domingo, 13 de julio de 2014

Yukpa es Venezuela

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Al Pueblo De Venezuela,
Al Gobierno Bolivariano de Venezuela,
A los Pueblos y Gobiernos del Mundo,
A los Medios de Comunicación Nacionales e Internacionales,
A la Opinión Publicas Nacional e Internacional,
Al Mundo entero,
Hermanos y Hermanas:
Desde ese 12 de Octubre de 1498, cuando el entonces decadente imperio español hizo presencia en América, nuestros ancestros originarios, nuestros hermanos, mal llamados y englobados como “indios” o “indígenas”, han sido menospreciados, usurpados, saqueados, asesinados, diezmados, torturados, violados.
Y ese horror no es cosa del pasado: actualmente nuestros pueblos originarios, nuestros parientes, los verdaderos herederos de estas tierras llamadas América, siguen siendo acosados por los “blancos”, hoy convertidos en transnacionales del oro, del carbón, del petróleo…, en gobiernos que no reconocen o ignoran sus derechos, en poderosa burguesía terrateniente que usurpan sus tierras, en menosprecio e indiferencia por muchos de sus descendientes directos que hoy se han convertido en esa mezcla denominada criollos y se creen superiores derechos, y ven con desprecio a sus verdaderos ancestros, cual maldición de Malinche.
Venezuela no escapa de esta cruel realidad con sus pueblos originarios. Aún, después de los avances en materia legal sobre los derechos de los “Pueblos Indígenas” que se ha adelantado con el actual Proceso Bolivariano, la realidad de ellos dista de la tan anhelada y necesaria justicia social.
El Pueblo Revolucionario exige que, de una vez por todas, los derechos legales y legítimos de nuestros hermanos originarios de América, se respeten, en especial en Venezuela, donde observamos tristemente, entre la rabia y la indignación que nos produce la impunidad con que ejercen el terror los terratenientes de la tradicional burguesía, en contra de los Pueblos Originarios que habitan nuestra Patria.
Exhortamos a todo el movimiento popular revolucionario y patriota, a todas las fuerzas vivas de nuestro Proceso Bolivariano, a las individualidades y colectivos, a que nos sumemos a esta causa de nuestros hermanos originarios, exigiéndole al Gobierno acciones concretas en función de devolverles sus tierras, actualmente en manos de los asesinos y explotadores terratenientes. A su vez, exigir y reclamar justicia ante los asesinatos que aún se mantienen impunes, o donde no se han condenado a sus autores intelectuales, verdaderos enemigos de esta Revolución emancipadora de nuestro Pueblo.
Para ello, como un primer paso, pueden hacerlo a través de las direcciones electrónicas del alto gobierno, exigiendo igualmente, la asistencia en materia de salud y servicios básicos que como venezolanos merecen y de los cuales son relegados y olvidados.
Presidencia: drsocial@presidencia.gob.ve ; dasocial@presidencia.gob.ve ;
Vicepresidencia: ciudadano@vicepresidencia.gov.ve ;
MPPP Agricultura y Cría: atencionintegralalsoberano@gmail.com ;
Ministerio Público: ministeriopublico@mp.gob.ve ;
La Dignidad de nuestros Pueblos Originarios es la Dignidad de nuestra América.
Con Bolívar y Chávez, decimos ¡a la carga!
Desde Venezuela, Tierra de Libertadores, a 522 años del inicio de la Resistencia antiimperialista en América, y a 204 años del inicio de Nuestra Independencia,
Coordinadora Simón Bolívar
Revolucionaria, Solidaria, Internacionalista, Indigenista, Popular y Socialista.

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Coordinadora Simón Bolívar


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EN EL CIRCULO SAGRADO DE LA VIDA Y EL SUEÑO TRENZADO




...LOS SUEÑOS SON NUESTROS MAESTROS,NOS SEÑALAN EL CAMINO A SEGUIR POR LA HUMILDAD, EL ÈXITO Y LA BENDICÒN.!!! yordana mi hermana del alma, agradecemos al universo por conspirar junto a nosotras por nuestros sueños todos los días.!!!

EN EL CIRCULO SAGRADO DE LA VIDA Y EL SUEÑO TRENZADO
A diferencia del orden que se empeña en masculinizarlo todo, el mundo Wayuu sobreviene atado al ritmo y a la entrega d la mujer  como unidad mística asociada a la madre Tierra como principio femenino en la propia cosmovisión. Como generadora de vida la mujer Wayuu es imagen de protección, renovación y permanencia. A partir de su función social dentro de la familia se consagra una metáfora de facultades para ocasionar y preservar la vida. es, a través de la maternidad y el oficio religioso y artístico que ella alcanza el máximo contacto sobrenatural con la vida.
Lejos de imaginar que haya sido extraída de la costilla del hombre, como así lo concibe la religión católica, en la cultura se considera a la mujer como una fuente primigenia que encarna el carácter de la madre Tierra; en la tradición cultural ella sigue el orden natural del nacer y renacer de la vida en la circularidad del espacio y el movimiento. Esta percepción se interpreta en la función de la mujer en la danza YONNA, que es una manifestación de carácter ritual, donde la mujer danzarina se desplaza en forma cadenciosa y frontal para hostigar el gesto desafiante del hombre, quien se muestra siempre impetuosos y danzando en retroceso.
El PIOUY es el círculo sagrado de la Yonna, donde se celebra la permanencia de la vida a partir de la perseverancia de la mujer como esencia de un principio femenino. En la función sagrada de la danza, la experta danzarina procura derribar y expulsar a su parejo de la pista para garantizar su permanencia en la pista y así consagrar el valor del linaje, el cual está encarnado en la forma espiritual del Aseyuu, que es un espíritu protector asociado a cada linaje materno. En este sentido se interpreta que la función especial de la mujer significa vida y permanencia…
Guillermo Ojeda Jayariyu

A propósito de la intensa sequía es preciso leer la Carta del Jefe Seattle

A propósito de la intensa sequía es preciso leer la Carta del Jefe Seattle



El presidente de los Estados Unidos, Franklin Pierce, envía en 1854 una oferta al jefe Seattle, de la tribu Suwamish, para comprarle los territorios del noroeste de los Estados Unidos que hoy forman el Estado de Wáshington. A cambio, promete crear una "reservación" para el pueblo indígena. El jefe Seattle responde en 1855.

El Gran Jefe Blanco de Wáshington ha ordenado hacernos saber que nos quiere comprar las tierras. El Gran Jefe Blanco nos ha enviado también palabras de amistad y de buena voluntad. Mucho apreciamos esta gentileza, porque sabemos que poca falta le hace nuestra amistad. Vamos a considerar su oferta pues sabemos que, de no hacerlo, el hombre blanco podrá venir con sus armas de fuego a tomar nuestras tierras. El Gran Jefe Blanco de Wáshington podrá confiar en la palabra del jefe Seattle con la misma certeza que espera el retorno de las estaciones. Como las estrellas inmutables son mis palabras.
¿Cómo se puede comprar o vender el cielo o el calor de la tierra? Esa es para nosotros una idea extraña.
Si nadie puede poseer la frescura del viento ni el fulgor del agua, ¿cómo es posible que usted se proponga comprarlos?
Cada pedazo de esta tierra es sagrado para mi pueblo. Cada rama brillante de un pino, cada puñado de arena de las playas, la penumbra de la densa selva, cada rayo de luz y el zumbar de los insectos son sagrados en la memoria y vida de mi pueblo. La savia que recorre el cuerpo de los árboles lleva consigo la historia del piel roja.
Los muertos del hombre blanco olvidan su tierra de origen cuando van a caminar entre las estrellas. Nuestros muertos jamás se olvidan de esta bella tierra, pues ella es la madre del hombre piel roja. Somos parte de la tierra y ella es parte de nosotros. Las flores perfumadas son nuestras hermanas; el ciervo, el caballo, el gran águila, son nuestros hermanos. Los picos rocosos, los surcos húmedos de las campiñas, el calor del cuerpo del potro y el hombre, todos pertenecen a la misma familia.
Por esto, cuando el Gran Jefe Blanco en Wáshington manda decir que desea comprar nuestra tierra, pide mucho de nosotros. El Gran Jefe Blanco dice que nos reservará un lugar donde podamos vivir satisfechos. Él será nuestro padre y nosotros seremos sus hijos. Por lo tanto, nosotros vamos a considerar su oferta de comprar nuestra tierra. Pero eso no será fácil. Esta tierra es sagrada para nosotros. Esta agua brillante que se escurre por los riachuelos y corre por los ríos no es apenas agua, sino la sangre de nuestros antepasados. Si les vendemos la tierra, ustedes deberán recordar que ella es sagrada, y deberán enseñar a sus niños que ella es sagrada y que cada reflejo sobre las aguas limpias de los lagos hablan de acontecimientos y recuerdos de la vida de mi pueblo. El murmullo de los ríos es la voz de mis antepasados.
Los ríos son nuestros hermanos, sacian nuestra sed. Los ríos cargan nuestras canoas y alimentan a nuestros niños. Si les vendemos nuestras tierras, ustedes deben recordar y enseñar a sus hijos que los ríos son nuestros hermanos, y los suyos también. Por lo tanto, ustedes deberán dar a los ríos la bondad que le dedicarían a cualquier hermano.
Sabemos que el hombre blanco no comprende nuestras costumbres. Para él una porción de tierra tiene el mismo significado que cualquier otra, pues es un forastero que llega en la noche y extrae de la tierra aquello que necesita. La tierra no es su hermana sino su enemiga, y cuando ya la conquistó, prosigue su camino. Deja atrás las tumbas de sus antepasados y no se preocupa. Roba de la tierra aquello que sería de sus hijos y no le importa.
La sepultura de su padre y los derechos de sus hijos son olvidados. Trata a su madre, a la tierra, a su hermano y al cielo como cosas que puedan ser compradas, saqueadas, vendidas como carneros o adornos coloridos. Su apetito devorará la tierra, dejando atrás solamente un desierto.
Yo no entiendo, nuestras costumbres son diferentes de las suyas. Tal vez sea porque soy un salvaje y no comprendo.
No hay un lugar quieto en las ciudades del hombre blanco. Ningún lugar donde se pueda oír el florecer de las hojas en la primavera o el batir las alas de un insecto. Mas tal vez sea porque soy un hombre salvaje y no comprendo. El ruido parece solamente insultar los oídos.
¿Qué resta de la vida si un hombre no puede oír el llorar solitario de un ave o el croar nocturno de las ranas alrededor de un lago?. Yo soy un hombre piel roja y no comprendo. El indio prefiere el suave murmullo del viento encrespando la superficie del lago, y el propio viento, limpio por una lluvia diurna o perfumado por los pinos.
El aire es de mucho valor para el hombre piel roja, pues todas las cosas comparten el mismo aire -el animal, el árbol, el hombre- todos comparten el mismo soplo. Parece que el hombre blanco no siente el aire que respira. Como una persona agonizante, es insensible al mal olor. Pero si vendemos nuestra tierra al hombre blanco, él debe recordar que el aire es valioso para nosotros, que el aire comparte su espíritu con la vida que mantiene. El viento que dio a nuestros abuelos su primer respiro, también recibió su último suspiro. Si les vendemos nuestra tierra, ustedes deben mantenerla intacta y sagrada, como un lugar donde hasta el mismo hombre blanco pueda saborear el viento azucarado por las flores de los prados.
Por lo tanto, vamos a meditar sobre la oferta de comprar nuestra tierra. Si decidimos aceptar, impondré una condición: el hombre blanco debe tratar a los animales de esta tierra como a sus hermanos.
Soy un hombre salvaje y no comprendo ninguna otra forma de actuar. Vi un millar de búfalos pudriéndose en la planicie, abandonados por el hombre blanco que los abatió desde un tren al pasar. Yo soy un hombre salvaje y no comprendo cómo es que el caballo humeante de hierro puede ser más importante que el búfalo, que nosotros sacrificamos solamente para sobrevivir.
¿Qué es el hombre sin los animales? Si todos los animales se fuesen, el hombre moriría de una gran soledad de espíritu, pues lo que ocurra con los animales en breve ocurrirá a los hombres. Hay una unión en todo.
Ustedes deben enseñar a sus niños que el suelo bajo sus pies es la ceniza de sus abuelos. Para que respeten la tierra, digan a sus hijos que ella fue enriquecida con las vidas de nuestro pueblo. Enseñen a sus niños lo que enseñamos a los nuestros, que la tierra es nuestra madre. Todo lo que le ocurra a la tierra, le ocurrirá a los hijos de la tierra. Si los hombres escupen en el suelo, están escupiendo en sí mismos.
Esto es lo que sabemos: la tierra no pertenece al hombre; es el hombre el que pertenece a la tierra. Esto es lo que sabemos: todas la cosas están relacionadas como la sangre que une una familia. Hay una unión en todo.
Lo que ocurra con la tierra recaerá sobre los hijos de la tierra. El hombre no tejió el tejido de la vida; él es simplemente uno de sus hilos. Todo lo que hiciere al tejido, lo hará a sí mismo.
Incluso el hombre blanco, cuyo Dios camina y habla como él, de amigo a amigo, no puede estar exento del destino común. Es posible que seamos hermanos, a pesar de todo. Veremos. De una cosa estamos seguros que el hombre blanco llegará a descubrir algún día: nuestro Dios es el mismo Dios.
Ustedes podrán pensar que lo poseen, como desean poseer nuestra tierra; pero no es posible, Él es el Dios del hombre, y su compasión es igual para el hombre piel roja como para el hombre piel blanca.
La tierra es preciosa, y despreciarla es despreciar a su creador. Los blancos también pasarán; tal vez más rápido que todas las otras tribus. Contaminen sus camas y una noche serán sofocados por sus propios desechos.
Cuando nos despojen de esta tierra, ustedes brillarán intensamente iluminados por la fuerza del Dios que los trajo a estas tierras y por alguna razón especial les dio el dominio sobre la tierra y sobre el hombre piel roja.
Este destino es un misterio para nosotros, pues no comprendemos el que los búfalos sean exterminados, los caballos bravíos sean todos domados, los rincones secretos del bosque denso sean impregnados del olor de muchos hombres y la visión de las montañas obstruida por hilos de hablar.
¿Qué ha sucedido con el bosque espeso? Desapareció.
¿Qué ha sucedido con el águila? Desapareció.
La vida ha terminado. Ahora empieza la supervivencia.

El Regreso lideró como Mejor Película en el Festival de Cine Venezolano en Mérida





Texto: Yesenia Rincón Castellano / Foto: Cortesía El Regreso

viernes 11 de julio de 2014 12:38 PM      

"Nos caímos para atrás como condoritos. Estamos impactados y muy contentos". Fue lo primeroque atinó a decir la directora de cine zuliana Patricia Ortega, luego que el filme El Regreso, siendo su ópera prima, ganara la décima edición del Festival de Cine Venezolano, realizado en Mérida, midiéndose codo a codo, con lo que ella llamó "películones" de realizadores con más trayectoria e incluso ganadoras de premios internacionales como Pelo Malo, de Mariana Rondón, ganadora de la Concha de Oro del Festival de San Sebastián (España).
"De verdad no nos los esperábamos -reitera emocionada Ortega-. Considerábamos que teníamos chance de ganar en la categoría de ópera prima y que seguramente sería un premio compartido con Esclavo de Dios y La Distancia más larga, porque ambas son muy buenas. Cuando dicen que Pelo Malo ganó una Mención especial del jurado y que La distancia más larga ganó ópera prima, dijimos: ¡Perdimos! Pero luego nos mencionan como Mejor película. Nos caímos para atrás".
El jurado integrado por Boris Quercia, de Chile; Julián Gil de Argentina, y por Venezuela Sonia Chocrón, guionista para cine y televisión; Román Chalbaud, director y escritor ganador del Premio Nacional de Cine y Camilo Pineda, consideró que a pesar de ser el primer largometraje que realiza Patricia Ortega, se trataba de una cinta merecedora del mayor premio de la competencia, y preguntaron a los organizadores si podían premiarla de esa manera. Y así fue.
La película grabada totalmente en el Zulia, para mayor orgullo de la región, arrasó con otros cinco premios de la misma competencia, para sumar en total seis: Mejor actriz de reparto para Sofía Espinoza, Dirección de Arte para María Gabriela Vilchez , Mejor vestuario para Tania Pérez, Mejor maquillaje para Gustavo Gonzalez y Dirección de Fotografía para Mauricio Siso.
"Nos llevamos un mollejero de estatuillas para Maracaibo. Tenemos que armar una fiesta", exclamó Patricia Ortega y anunció que ante el éxito, Cines Unidos llamó para volver a proyectar la película por una semana en el Cine Trasnocho.
"Ojalá nos dejen repetirla también en Maracaibo", ligó la realizadora zuliana que en su primer largometraje puso voz a las víctimas de la etnia wayuu que vivieron la Masacre de Bahía Portete, en la Guajira colombiana, durante el año 2004, cuando un grupo armado acabó con el poblado entero.
Sergio Gómez, productor general de El Regreso y presidente de la productora Mandrágora Films Zulia, se manifestó agradecido con el jurado del premio que reconoció el trabajo de producción realizado en este filme, que además hace una semana fue ganadora del Gran Premio del Jurado en el Ladakh International Film Fstival LIFF.
"Vamos a participar también en el Festival Binacional de Cine de Colombia y Venezuela, en el festival de La Habana, y en el de Bogotá, en los que ya estamos seleccionados -agregó Gómez-. Entramos tambi{en en el de Montreal, Canadá y faltan para este año 22 festivales más, en los que estamos en espera de respuesta sobre si quedamos o no".
La película Esclavo de Dios de Joel Novoa, alcanzó tres galardones: Mejor dirección (Joel Novoa), Mejor guión para Fernando Butazzoni y Mejor edición de Manuel Trotta y Xue Yin. Jean Pierre Agostini recibió su premio a Mejor actor, por su participación en la cinta venezolana más vista de todos los tiempos, Papita, maní, tostón. Secretos de confesión, de Henry Rivero, se llevó dos premios, al igual que Ley de fuga, de Ignacio Márquez, unacomedia que se estrenó en Mérida esta semana y que se verá en todo el país a partir de septiembre.
En esta décima edición del Festival de Cine Venezolano comenzaron a competir 12 películas pero sólo se evaluaron 11. La cinta El psiquiatra de Manuel Pifano se sacó de competencia a última hora porque ni el director, ni los productores llevaron la copia de la película a tiempo.
Estos fueron los premios de la décima edición del Festival de Cine Venezolano:

1. Mejor película: “El regreso” de Patricia Ortega.
2. Mejor ópera prima: “La distancia más larga” de Claudia Pinto.
3. Mejor actor: Jean Pierre Agostini (Papita, maní, tostón).
4. Mejor actriz: Samantha Castillo (Pelo malo).
5. Mejor dirección: Joel Novoa Schneider (Esclavo de Dios).
6. Mención especial del jurado: “Pelo Malo” de Mariana Rondón.
7. Mejor actor de reparto: Beto Benites (Pelo malo).
8. Mejor actriz de reparto: Sofía Espinoza (El regreso).
9. Mejor guión: Fernando Butazzoni (Esclavo de Dios).
10. Mejor edición: Manuel Trotta y Xue Yin (Esclavo de Dios).
11. Dirección de Arte: María Gabriela Vilchez (El regreso).
12. Mejor vestuario: Tania Pérez (El regreso).
13. Mejor maquillaje: Gustavo Gonzalez (El regreso).
14. Dirección de Fotografía: Mauricio Siso (El regreso).
15. Mejor cámara: Julio Cesar Castro (Secreto de confesión).
16. Mejor casting: Ignacio Márquez (Ley de fuga).
17. Mejor música: Pablo Estacio, presentación Rap: Big Bad (Ley de fuga).
18. Mejor sonido: Carlos Eduardo Lopera (Secretos de confesión).
19. Premio de la prensa: “Pelo Malo”, de Mariana Rondón.
20. Premio del público: “La distancia más larga”, de Claudia Pinto.
https://www.youtube.com/watch?v=b0spr5F_lgk&feature=player_embedded

10° Festival de Mérida UN PREMIO QUE INVITA A PENSAR, por Pablo Gamba

Publicado por: Alfonso Molina 20 horas agoen Cine y audiovisual, Festivales, Sin categoría
 
El regreso 1
 
 
Que el jurado del Festival de Mérida se haya decantado por El regreso de Patricia Ortega como mejor película, y no por la ganadora de la Concha de Oro en el Festival de San Sebastián y estrenada en el Festival de Toronto, Pelo malo de Mariana Rondón, pone de relieve una vez más la cuestión del cine venezolano y sus diferencias con respecto al que predomina en el circuito internacional del cine de arte. Llama la atención sobre las razones por las cuales hay películas nacionales que son apreciadas por los entendidos en el país pero no llegan a ser valoradas de la misma manera en el extranjero, ni siquiera en América Latina, lo cual ha sido una marca del cine venezolano desde los años setenta.
La idea de cine nacional que triunfó con Cuando quiero llorar no lloro de Mauricio Walerstein en 1973, película con la que comenzó el boom del Nuevo Cine Venezolano, es la de filmes que tratan los problemas de la sociedad desde la perspectiva cuestionadora que tenía entonces la izquierda, pero de una manera sencilla, apta para la exhibición comercial, y con una narración simple, lo cual quiere decir comprensible para espectadores formados por la televisión. A mediados de la década de los ochenta vinieron una mayor diversidad y la Cámara de Oro a Fina Torres en Cannes por Oriana (1985). Pero esos logros de la institucionalidad alcanzada con Foncine expandieron el espíritu fundacional sin negarlo. Quizás por eso los espectadores y la crítica históricamente han aspirado a que el cine nacional se ocupe de la realidad del país, y que lo haga de esa manera: con un pensamiento de izquierda apto para todo público. “Espectadores” se refiere aquí a las más de 100.000 personas que constituyen la base del público del cine nacional, de acuerdo con la taquilla promedio actual de los filmes. Los 2 millones de boletos de Papita, maní, tostón indican que fue vista por un público más amplio.
Esa forma de entender lo que debe ser un filme venezolano continúa vigente en El regreso, en una época en la que la gente que se define como de izquierda está en el poder. Eso puede restarle a ese pensamiento el filo crítico que tenía en los años de AD, Copei, Venevisión y RCTV, en los que el cine contribuía a refrescar el ambiente intelectual con otras ideas. Pero se mantiene el compromiso social que inspiró a Ortega a contar la historia ficticia de una niña wayuu que sobrevive a la masacre de Portete, perpetrada por paramilitares en Colombia, y que llega en su huida a Maracaibo. Es una película que busca mostrar un aspecto de la realidad de los indígenas en la ciudad natal de la realizadora y que por ende se ocupa también de otro problema social: el de los niños de la calle.
Políticamente todo parece estar claro en El regreso, y lo mismo ocurre con la narración. La película sobresale por la manera como aprovecha el acervo documental sobre el pueblo wayuu, al que Patricia Ortega ha contribuido con dos largometrajes, para mostrar en la primera parte una síntesis de la vida de una comunidad indígena e informar a los criollos que saben poco o nada al respecto. Pero en la segunda parte, la dedicada al problema de los niños de la calle, la cineasta no manifiesta la misma capacidad de darle realismo a la historia. En cambio, allí Ortega se decanta por la exploración de una representación gótica-tropical de Maracaibo, que pone de manifiesto otra de sus búsquedas como autora. Eso hace de El regreso una película poco equilibrada, la cual sin embargo sobresale también por las actuaciones y un nivel técnico impecable. Es algo excepcional en el cine venezolano actual, y fue recompensado en Mérida con premios a la fotografía de Mauricio Siso, la dirección de arte de María Gabriela Vílchez, el vestuario de Tania Pérez, el maquillaje de Gustavo González y la actuación de Sofía Espinoza como actriz de reparto.
Lo interesante del veredicto es que, si bien fue suscrito por Román Chalbaud, figura emblemática del cine venezolano, El regreso se impuso en un jurado del que también formaron parte dos extranjeros, Boris Quercia, el director chileno de Sexo con amor (2003) y El rey de los huevones (2006), y el argentino Julián Gil. Eso pone de manifiesto el poder de convencimiento que tiene la idea de un cine sencillo, realista y que se ocupe de los problemas que la izquierda señala en la sociedad, aunque sea diferente de los criterios que parecen predominar en los jurados de los festivales más prestigiosos del mundo.
Si El regreso tiene como principal referencia la tradición del cine nacional, en Pelo malo se percibe la impronta de cineastas celebrados en el circuito de festivales, como Jean-Pierre y Luc Dardenne, y también Andrea Arnold. Mariana Rondón ha logrado integrar eso sin solución de continuidad a su cine lúdico, el cual hace recordar además las películas de Peter Greenaway, como Drowning by Numbers (1988). A la aparente solidez de lo consabido, base de los discursos sencillos, la realizadora contrapone una sensibilidad para aquello de lo que se sospecha por ambiguo, por raro, por queer. Se expresa en la búsqueda de identidad de su personaje, un niño que le causa inquietud a su madre por temor a que sea homosexual. El tema de la película es la aventura en la que puede convertirse la exploración de uno mismo, en conflicto con las exigencias de conformidad con las identidades forjadas por la tradición y la autoridad. Tiene como correlato una indagación en la manera de ver y de jugar con el espacio propia de ese niño, que da continuidad a la vivencia del tiempo en la historia de guerrilleros venezolanos contada por personajes de la cerca de la misma edad en el filme anterior de la directora, Postales de Leningrado (2006).
Lo que tiene de internacional el cine de Rondón es a primera vista un horizonte más amplio en lo que respecta a las referencias que ha logrado asimilar, y que incluyen también su actividad en el campo de las artes plásticas. Sin embargo, lo que ha sido considerado como característico del cine venezolano desde los setenta está también en sus filmes, como ocurre con el tema de la guerrilla, presente desde una de las historias del filme fundacional, Cuando quiero llorar no lloro, y el 23 de Enero, que es el lugar de Caracas donde tienen su asiento emblemático el pueblo y sus luchas, de acuerdo con la mitología de la izquierda. Quizás por eso sus películas han logrado llegar al núcleo de espectadores del cine venezolano. El punto es que a Mariana Rondón no le interesa tanto hacer crítica de la realidad del país como de las maneras como se la ve, se la piensa y se la cuenta, incluidas las ideas de fácil comprensión que han sido la base de la tradición cuestionadora del cine nacional. Ella muestra que las mentalidades pueden ser una represión más eficaz que la policía y la cárcel, y es por eso una cineasta iconoclasta en un sentido más profundo que el que podría atribuírsele a su rechazo al culto a Chávez. En el cine eso significa abrir la mirada a todo aquello que impiden ver esas maneras de pensar.
Malos con porvenir
Las películas estrenadas en el Festival de Mérida también pusieron de relieve un villano con un futuro prometedor en el cine nacional, tal y como van las cosas en el país: la Guardia Nacional. Es señalada como cómplice del problema del contrabando, aunque sin alusión a ningún caso real específico, en Solo de José Ramón Novoa, un thriller psicológico que resultó de una combinación poco exitosa de su interés en el tema criminal y la búsqueda de su filme anterior, Un lugar lejano (2010). En Plan de fuga de Ignacio Márquez, producida por la Villa del Cine, los guardias nacionales y el director de una prisión llegan incluso a plantear el asesinato de un grupo de reclusos, en una insólita comedia penitenciaria que llamará la atención, tanto por el trabajo del director con los actores y por la música, como por su manera controversial de representar la cárcel.
Mérida fue también una vitrina del cine que se hace en las escuelas, con una competencia en la que fue premiada la muestra de la Universidad de los Andes. Respira de Amanda Pérez fue el corto de estreno más destacado que presentó la Escuela de Medios Audiovisuales de la ULA, con una búsqueda de cine sensorial que crea expectativas sobre sus próximos trabajos como realizadora. También llamaron la atención los cortos de la Escuela de Cine y Televisión de Caracas (Escinetv), por la calidad lograda con muy pocos recursos, basándose en las posibilidades expresivas del cine, como el montaje y la relación imagen-sonido. A la lista de promesas estudiantiles habría que añadir también a Mebil Rosales e Isaac Flores, del centro de formación fundado por María Cristina Capriles.
Lástima que se haya desaprovechado la presencia en Mérida de un invitado extranjero de la importancia de Ignacio Agüero. El documentalista chileno trajo una muestra de sus películas, pero sólo se exhibió Aquí se construye (2000), a la que se dio preferencia sobre su más reciente filme: El otro día (2013). Su actividad con los participantes en el festival se redujo a una conversación de aproximadamente una hora, después de la función.
También es lamentable que persistan las fallas en la organización, como problemas en los procedimientos más básicos, por ejemplo, regular la entrada a las salas, y retrasos injustificables en las funciones y otras actividades. Esos inconvenientes condujeron al desagradable espectáculo que dieron las actrices de El psiquiatra, filme de estreno de Manuel Pifano, que manifestaron en público su descontento con el director debido a la suspensión de la primera proyección, porque la película no llegó, y a que se hizo esperar hora y media para la segunda. Quizás haga falta enviar jóvenes profesionales a que hagan pasantías en festivales de otros países, para aprender a organizarlos mejor en Venezuela.