lunes, 29 de septiembre de 2014

Las historias alrededor del fuego influyeron en nuestra evolución cultural y social


Agencia SINC, 28 de setiembre, 2014.- Los humanos descubrieron el fuego hace entre 400.000 y un millón de años. Sus llamas fueron usadas para cocinar alimentos, defenderse de depredadores e iluminar la oscuridad. Ahora, un estudio con bosquimanos del Kalahari, en África, dice que las historias contadas al calor del fuego sirvieron también para hacer evolucionar el pensamiento humano, al reforzar las tradiciones sociales y cultivar la imaginación.
Un estudio llevado a cabo por Polly Wiessner, una antropóloga de la Universidad de Utah (EE UU), con bosquimanos del Kalahari indica que las historias contadas a la luz del fuego ayudaron a construir la identidad social y cultural humana.
El trabajo, publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), explica que estos relatos al calor de las llamas sirvieron para hacer evolucionar el pensamiento al reforzar las tradiciones sociales, promover la armonía y la igualdad, y cultivar la imaginación.
“Los relatos al calor de las llamas sirvieron para reforzar las tradiciones sociales, promover la armonía y cultivar la imaginación, según el estudio”
Investigaciones previas habían estudiado cómo ha influido el hecho de cocinar los alimentos en la dieta y la anatomía, “pero se sabía poco acerca del efecto que había tenido la extensión de la jornada, gracias a la luz del fuego, en la cultura y la sociedad”, señala Wiessner.
“Hay algo en el fuego en medio de la oscuridad que une, suaviza y entusiasma a la gente. Es algo íntimo. La noche alrededor de una fogata es universalmente tiempo de entretenimiento en el que se intercambia información social y emociones”, dice esta antropóloga que ha estudiado a los bosquimanos desde hace 40 años.
En esta investigación que Wiessner denomina “exploratoria”, la experta analizó multitud de conversaciones tanto de día como a la luz del fuego entre los bosquimanos ?Kung (también llamados Ju/’hoansi ) 4.000 de los cuales viven ahora en el desierto de Kalahari, en el nordeste de Namibia y el noroeste de Botswana. El signo de exclamación y apostrofe del nombre representa el sonido ‘clic’ en su idioma.
“Estas personas viven de la caza y la recolección y así es como vivían nuestros ancestros durante el 99% de nuestra evolución. Lo que ocurre durante las horas nocturnas alrededor de la fogata con estos cazadores-recolectores nos puede dar pistas para entender cómo contribuyeron estos momentos a la construcción de la identidad humana”.
Según Polly Wiessner, las historias se cuentan en casi todas las sociedades de cazadores-recolectores y en combinación con los regalos, eran los medios de comunicación social en los orígenes de la humanidad.

Desarrollo humano

La evidencia arqueológica indica que los ancestros humanos tuvieron control esporádico de fuego hace un millón de años o más, y regularmente lo utilizaron hace 400.000 años.
“El fuego altera nuestros ritmos circadianos, la luz nos permitió estar despiertos más horas. Las cuestiones que me planteo en el estudio son: qué sucedió en ese espacio iluminado por el fuego y cómo influyó en el desarrollo humano”, dice Wiessner.
“Las conversaciones nocturnas alrededor del fuego de los bosquimanos ?Kung del Kalahari son en un 81% historias”
En su trabajo, la antropóloga explica que los !Kung mantienen reuniones alrededor del fuego la mayoría de las noches, en grupos de hasta 15 personas. Un campamento tiene hogares para cada familia, pero por la noche la gente a menudo converge en un solo hogar. Ella analizó sólo las conversaciones que involucraban a cinco o más personas.
Las historias que se cuentan a la luz del fuego tratan sobre temas como cacerías pasadas, luchas por la carne, matrimonio, costumbres prematrimoniales, asesinatos, incendios forestales, nacimiento, haberse extraviado, interacciones con otros grupos, averías de vehículos, persecuciones por parte de animales, disputas y asuntos extramaritales. “También se narran mitos tradicionales”, añade.
Wiessner encontró que las conversaciones diurnas diferían mucho de las que se realizaban a la luz del fuego. En las del día, el 34% eran quejas, críticas y chismes para regular las relaciones sociales. Un 31% se referían a asuntos económicos, tales como la caza para la cena, el 16% eran chistes; sólo el 6% eran historias y el resto eran otros temas.
Sin embargo, por la noche, el 81% de las conversaciones eran historias, y sólo el 7% tenían que ver con quejas, críticas o cotilleos; y el 4% era de contenido económico.

Comunidad extendida

“Por la noche, la gente realmente se deja llevar y buscar entretenimiento. Si ha habido conflictos en el día se solucionan, se habla de las personas que no están presentes y se encuentran en las redes más amplias. También sobre pensamientos sobre el mundo espiritual y cómo influye en el mundo humano.
La idea de comunidad extendida fue la que hizo posible que los humanos colonizaran el planeta, dice la científica. “Los seres humanos forman comunidades que no están juntas en el espacio, pero sí en nuestras cabezas. Para los bosquimanos pueden estar hasta 120 kilómetros de distancia”, agrega.
Wiessner indica que las historias a la luz del fuego, las conversaciones, las ceremonias y celebraciones desataron la imaginación humana y las capacidades cognitivas para formar estas comunidades imaginadas. También reforzaron la capacidad humana de ‘leer’ lo que otros están pensando, no sólo sus pensamientos o intenciones, sino también sus puntos de vista sobre otras personas.
“Con la electricidad, estas historias alrededor del fuego ya no existen. Los padres cada vez dedican menos tiempo a contarles historias a sus hijos, están ocupados con sus tabletas y sus smartphones”, dice esta antropóloga.
Referencia bibliográfica:
- Polly Wiessner. “Embers of Society: Firelight Talk among the Ju/’hoansi Bushmen”. PNAS, 22 de septiembre de 2014.
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Fuente: Agencia la Ciencia es Noticia (SINC): http://www.agenciasinc.es/Noticias/Las-historias-alrededor-del-fuego-influyeron-en-nuestra-evolucion-cultural-y-social

Culturas indígenas, sociedades en constante cambio

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 El antropólogo Alessandro Lupo presentó su libro El maíz en la cruz: Prácticas y dinámicas religiosas en el México indígena.
El Golfo.info, 28 de setiembre, 2014.- Para el italiano Alessandro Lupo, las culturas indígenas no son sobrevivientes, sino algo vivo, por ello a través de sus investigaciones intenta proporcionar un enfoque antropológico, crítico, con énfasis e interés en el dinamismo que siempre ha caracterizado a estas sociedades.
“Qué maravilla este mundo indígena que todos los días renace de sus cenizas. Es como un ave fénix que se muere, desaparece, que es excluido, que es conculcado pero al mismo tiempo se reinventa y apenas le das un espacio u oportunidad y vuelve a resurgir de las cenizas para demostrar una vitalidad espeluznante.”
Lupo compartió que cuando inició sus investigaciones en México, hace 35 años, decía: “¡Rápido, hay que estudiar estas cosas antes que desaparezcan!”, ahora que tiene 56 años y lleva a sus estudiantes a las comunidades indígenas les expresa: “Nunca se va acabar esto, porque siempre habrá algún mexicano que lo invente de otra forma, que lo renueve”.
El antropólogo presentó su libro El maíz en la cruz: Prácticas y dinámicas religiosas en el México indígena, publicado bajo el sello del Instituto Veracruzano de la Cultura, el 23 de septiembre. Le acompañaron la rectora de la Universidad Veracruzana (UV), Sara Ladrón de Guevara, y el profesor-investigador Félix Báez Jorge.
Ahí expresó que sus maestros Italo Signorini y Carmelo Lisón Tolosana le enseñaron que la voz de los actores sociales tiene su matiz, contenido, riqueza y poesía; por ello merece ser escuchada y no parafraseada, trastocada y malinterpretada en las investigaciones antropológicas.
“Mucha gente lee lo que yo escribo, pero cuando citan algo de mis libros casi nunca citan mis palabras, sino las de mis coautores. En mi libro ustedes no encontrarán la palabra informantes, porque es una palabra antigua y colonial que denotaba la postura hegemónica de un antropólogo que iba y sacaba informaciones de una persona sumisa, que le prestaba su voz para conocer algo y que luego él reelaboraba y muchas veces parafraseaba.”
Dijo que ésta es la razón por la cual siempre se ha esforzado para trabajar en el idioma indígena aprendiendo: el huave y el náhuatl. “Como ya no tengo tiempo para hacer largos trabajos de campo, sigo trabajando con huaves y nahuas, porque si lo hiciera con purépechas, mayas, mixtecas –como me gustaría–, no me daría el tiempo de aprender su idioma; entonces tendría que hacer una etnografía muy superficial donde no puedo asir el núcleo, la esencia de la cultura de esta gente”.
Lupo se congratuló en decir que cuando algún colega cita sus investigaciones, no dan su nombre como referencia sino la de sus coautores. Por ejemplo “Miguel Cruz, curandero de una de las rancherías de Cuetzalan, que dice cosas tan impresionantes como ‘el maíz es más vivo que nosotros, porque es nuestra alma, y si no comiéramos maíz no estaríamos vivos’ ”.
El maíz en la cruz (2013) fue publicado en primera ocasión en italiano bajo el título Il mais nella croce: Pratiche e dinamiche religiose nel Messico indigeno y reúne 12 ensayos que Alessandro Lupo ha divulgado (ya sea en conferencias, congresos o como capítulos de libros) a lo largo de casi tres décadas, resultado del trabajo con los huaves del Istmo de Tehuantepec, Oaxaca, y los nahuas de la Sierra Norte de Puebla.
En su intervención, Sara Ladrón de Guevara comentó que este volumen aborda las representaciones simbólicas, los cuentos de los abuelos, une a la memoria a través de la tradición oral y la observancia del culto. Además interpreta las interpretaciones y las reinterpretaciones de los antropólogos, informantes, creyentes, paganos y cristianos.
“El maíz en la cruz resulta ya un título sugerente, el maíz sigue siendo la planta en torno a la cual gira el sistema conceptual agrícola indígena.
La asociación simbólica mesoamericana del hombre con el maíz es agrícola, doméstica, terapéutica y sobre todo ritual. Y si los hombres somos lo que comemos, en Mesoamérica los hombres estamos hechos de maíz y nos alimentamos de maíz. El maíz es nuestra carne y nuestro alimento, real y ritual, de facto y simbólico.
”Y la cruz, símbolo por excelencia de Cristo en el discurso cristiano, resulta en la imaginería prehispánica la forma precisa del maíz”, dijo la Rectora.
“Lupo reconoce que la decodificación de los signos interpretativos indígenas no es afín entre la clase sacerdotal y los fieles indígenas, ocurre lo mismo en las palabras que en las imágenes, por eso la cruz puede ser maíz, por eso el sol puede ser Cristo, por eso Cristo es el maíz”, añadió.
Por su parte Báez Jorge comentó que en 1973 México tenía una antropología muy diferente a la actual, que incluso estaba detenida en discusiones bizantinas, cuyo resultado era el olvido por buen tiempo del trabajo etnográfico de fondo.
Pero “es indudable que la misión etnológica italiana sentó un precedente en el estudio etnográfico, etnológico de las comunidades indígenas de México”, cuyo impulsor fue Italo Signorini y su discípulo Lupo.
“Le tocó a Alessandro cargar con su cruz, llevar adelante la obra de Signorini, y lo ha realizado muy bien, y lo ha enriquecido tanto a nivel de los alumnos italianos como de los mexicanos.”
Félix Báez compartió con el auditorio la lectura del prólogo del libro, de su autoría.
La presentación tuvo lugar en el Auditorio “Gonzalo Aguirre Beltrán” del Instituto de Investigaciones Histórico-Sociales de la UV y fue moderada por Claudia Domínguez. Al acto asistieron autoridades como el director del IVEC, Rodolfo Mendoza Rosendo, comunidad académica y estudiantil, y amistades del autor.
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Fuente: El Golfo.info, de Veracruz: http://www.elgolfo.info/elgolfo/nota/277904-culturas-indigenas-sociedades-en-constante-cambio/