martes, 29 de abril de 2014

Los wayúu, desplazados por la violencia

Un poco de historia para entender la situación actual

Por: | abril 29, 2014
"Nota ciudadana" es un espacio generado por nuestros lectores y no refleja o compromete el pensamiento ni la opinión de Las 2 orillas.
 
 
Para entender la problemática de nuestras etnias y en este caso, de la etnia indígena wayúu de la Media y Alta Guajira e incluso de las etnias wiwa, kogui, arhuaco y kankuamo de la Sierra Nevada de Santa Marta debemos ir muy atrás, algo así como 515 años hasta la época de la conquista y la colonia.
El estudio de los primeros pobladores del territorio de la actual Colombia se ha dividido en tres etapas de la época precolombina: el paleolítico (15000-7000 a.C.), el periodo Arcaico Andino (7000 a 2000 a.C.), y el periodo formativo 2000 a.C. hasta el siglo XVI. Los primeros seres humanos que llegaron al territorio de la actual Colombia datan de aproximadamente 10 mil y 15 mil años. Los cazadores y recolectores nómadas de esta época utilizaban artefactos líticos, herramientas y armas hechas con piedra que datan de 10450 a.C., hallados en El Abra, donde se comprobó que existían habitantes en la sabana de Bogotá en 10500 a.C.
En el siglo XV existían tres grandes familias que poblaban Colombia. La cultura Caribe se ubicaba en la costa del mar Caribe, la arawak en los ríos Caquetá, Amazonas y Putumayo, y los Muiscas en la Sierra Nevada de Santa Marta y el clima frío de los altiplanos del centro del país. Esta última fue la que presentaba más pobladores y un significativo desarrollo en la agricultura, el uso de calendario, los jeroglíficos, y los rituales religiosos
En 1499, Alonso de Ojeda realizó el primer viaje y descubrimiento del territorio de la actual Colombia llegando hasta el cabo de la Vela, en el actual departamento de la Guajira.
Alonso de Ojeda llegó desde Santo Domingo con el objetivo de explotar perlas y oro. En su viaje, estaba acompañado por Américo Vespucio y Juan de la Cosa. Años más tarde, un viaje realizado por Rodrigo de Bastidas entre 1500 y 1501 partió desde la Guajira hasta el golfo de Urabá.
Con la llegada de los conquistadores se inició un ciclo de devastación y arraamiento de las tierras americanas, y de extinción de las comunidades indígenas que habitaban la región.
Mientras que las guerras de las comunidades aborígenes independientes estaban orientadas a la sujeción, más que al exterminio del enemigo , los españoles, por su parte, adelantaron una guerra de exterminio contra los indígenas, ensañándose con sus armas y perros.
En defensa de sus tierras, mujeres e hijos los nativos, si bien tenían superioridad numérica, pero armados con tan solo flechas, macanas y hondas, se enfrentaron a un reducido número de aventureros españoles, quienes equipados con espadas metálicas, ballestas, mosquetones, caballos, perros y a veces con cañones, arrasaron con los primeros poblados indígenas que encontraron en búsqueda del tan anhelado Dorado. En estos primeros enfrentamientos perecieron los jefes y representantes más fuertes de las comunidades nativas, generando desaliento, y resquebrajamiento de las estructuras políticas, religiosas y militares que sustentaban el poder aborigen.

Al no contar con sus jefes los indígenas americanos se retiraban dando lugar a una nueva forma de sometimiento al yugo español. El conquistador aplicó implacablemente la guerra de tierra arrasada, destruyendo los poblados, las sementeras y los núcleos familiares.
Los nativos, especialmente los caribes como los tayronas, de los valles interandinos y la Orinoquia, que no tenían un poder centralizado, como los carares, colimas, panches y pijaos del valle del río Magdalena, ansermas, gorrones, bugas y liles del valle del río Cauca, no quisieron rendirse ante las autoridades españolas pues no reconocían jefe supremo ni pago de tributos, por lo cual opusieron una feroz resistencia, siendo finalmente dominados a sangre y fuego. Más que las mismas armas, las enfermedades y los perros cebados en carne indígena infringieron grandes pérdidas.
El pueblo wayuu es uno de los pueblos arawak de esta triste historia, que, como una gran corriente migratoria, se desplazaron tanto por la Amazonía, como hacia las Antillas, a donde llegaron hacia el 150a.C.
Los wayuu, que eran recolectores y nómadas, en esa época no practicaban actividades pastoriles porque no conocían las cabras o chivos, o las reses, (estas fueron traídas por los españoles), habitaban en las estribaciones de la Sierra Nevada de Santa Marta, tierra fértil donde se dedicaban a la caza, pesca y recolección, así como la horticultura donde ella era posible, al sur de la península o en otros lugares con un ambiente menos desértico que el actual. La vivienda era comunal, en forma de maloca.
Al contrario de otros pueblos como los tayronas, los wayuu no se enfrentaron a los Españoles, y optaron por retirarse lejos de su alcance y se dirigieron hacia territorios inhóspitos, difíciles, secos y áridos como lo fue la media y alta guajira, que no representaran ningún interés para el ejército invasor ni para los colonizadores que siguieron a los españoles.
Este desplazamiento forzado a que fue obligado y sometido el pueblo wayuu los convierte sino en el primero, si uno de los primeros grupos humanos desplazados de la historia colombiana, los cuales nunca pudieron volver a sus tierras fértiles y libres porque estas fueron usurpadas por los españoles de ese entonces y por los terratenientes de hoy en día.
Los descendientes de la etnia wayuu de hoy en día son hijos de los hijos de los hijos de los primeros desplazados de Colombia, se adaptaron a esas tierras difíciles y secas, la sufren en carne propia y la lloran con su alma, han olvidado sus orígenes en tierras de abundancia de agua y frutos, no viven en los semidesiertos guajiros por gusto, es que no tienen adonde más ir.

Los wayúu no solo son los primeros desplazados de la historia colombiana, son desplazados incluso del Estado Colombiano moderno, quien se ha olvidado de ellos, un Estado que lo abandono a su suerte, que deja morir a sus niños, que no se conduele de su dolor y su sufrimiento, que les niega el agua, la energía, carreteras, que no les da a probar el progreso, los weyuuu, hoy en dio viven en la miseria, en la pobreza, olvidándonos que estos indígenas son los dueños legítimos y originales de la casa que hoy en día todos ocupamos.
Los wayúu, un pueblo a los que históricamente les hemos venido violando sus derechos, incluso, el derecho a vivir.
Sin embargo, y pese a todo, pese a 500 años de olvido y maltrato, pese al abandono, los wayuu son una raza orgullosa, hermosa, rica en valores y cultura, un pueblo fuerte y aguerrido, un pueblo valiente, porque solos los valientes pueden sobrevivir a tanta injusticia.
http://es.wikipedia.org/wiki/Pueblo_way%C3%BA
http://es.wikipedia.org/wiki/Colombia
 

Los wayúu de gafas Ray Ban y camioneta burbuja que han traicionado a su pueblo

La escritora indígena Estercilia Simanca Pushaina señala la manera como se han aprovechado algunos líderes wayúu de los privilegios de la comunidad en beneficio propio

Por: | abril 28, 2014
 
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Hoy quiero dirigirme a ese wayúu sin rostro, ese que se esconde detrás de otro wayúu con cara de inocente, ese mismo que se oculta detrás de un representante legal de una de las cientos de organizaciones wayúu que hay en la Península de La Guajira, en esa constante explotación del wayúu por el wayúu y de éste por el hombre blanco.
Ese que se vale de la huella del dedo índice derecho del viejo de una cualesquiera de las comunidades diseminadas por el resguardo de la Alta y Media Guajira, también de aquellos que viven en los resguardos del Sur porque “Manifiestan no saber firmar”. Ese que no carga un lapicero sino un huellero en su camisa de lino. Cuyas vacaciones son en Aruba, San Andrés, New York, Washington o Martinica y no en el Cabo de la Vela porque para llegar hasta allá les toca encontrase con esos peajes de mecates viejos, amarrados de un trupillo a otro para que niños famélicos tengan chance de mendigar.
Aquel wayúu que vive con la arijuna porque las amigas de sus hermanas son tan iguales a ella, con cara de luna, mirada asiática, piel cobriza y son muy calladas. Ese que promete más que el candidato que sedujo a Coleima Pushaina con un beso cerca de su boca y no cumple.
Aquel que pone a los niños y niñas de las comunidades a danzar la Yonna para los blancos y no le importa que le digan a esta danza ancestral “Chichamaya”, tampoco le importa poner a danzar a la doncella que recién salió del encierro para que los extranjeros miren más allá de la manta que cubre su cuerpo.
Ese que se vale de su lengua materna y su título de médico o abogado, para engañar a los que siguen creyendo en su palabra y esta vez el agua si llegará. Ese mismo que su mamá educó porque su papá vivía ebrio de chirrinchi, para que cuando creciera hablara con y como los blancos, le dijeran doctor y le llevara pan rojo todos los días a las 5 de la tarde. Pero que ahora le da pena mostrar a la wayúu silenciosa, de mirada borrosa de tanto tejer.
Ese wayúu vive en una casa blanca, inmensa, bella, en un barrio con nombre de virgen o de ex presidente cuya fachada parece traída del vaticano, donde todas las mañanas lo visitan sin pasar del portón por donde los atienden, porque la puerta principal es sólo para la gente, aquellos que esperan pacientemente el molino, los hilos, el mercado, el carnet, el diclofenalco y el ibuprufeno.

Ese wayúu de ademanes finos que se fastidia con los suaves torbellinos de arena de la Península y con el reflejo del sol, por eso usa Ray Ban todo el tiempo y piensa que sus hermanos están acostumbrados a vivir sin agua y es mejor que esperen el tiempo de las lluvias, el molino vendrá después, pero hace más de cuatrocientos soles que no llueve.
Ese wayúu tiene la gratitud eterna de sus hermanos porque ayer fue al hospital a visitar al viejo, le tomó la mano y mientras lo hacía volvió a prometer aquella escuela donde los niños y niñas estudiarían pero para eso debía tomar nuevamente de su mano temblorosa la huella digital.

Ese wayúu es mi vecino y el tuyo también, es mi amigo y el tuyo también, quizás es mi pariente y no lo sabemos, con el me tropecé muchas veces en la facultad de Derecho pero en ese entonces era muy tímido, no tenia la seguridad que le ofrecen los lentes oscuros, una burbuja y una mujer bonita.

Ese wayúu eres tu, que muy seguramente me estas leyendo y te sonríes porque te estoy describiendo tal cual como eres y se que te refieres a mi como la pedazo de india que se cree de buen linaje porque no mancho mis manos con un huellero, porque ando a pie pudiendo comprarme una burbuja como la tuya, que puedo lucrarme con el hambre de los niños de nuestro pueblo, mientras la muerte se cierne sobre sus cabezas, mediante un contrato con aquel Instituto, porque ellos aguantan con sólo una comida al día, mientras que tus hijos se desmayan si a 11:00 am. no tienen su merienda de chocolate y croissant. La diferencia tuya conmigo es que yo tuve la guía de un tío materno que me enseñó lo que tu ignoras, para sentir esto que siento cuando a nombre de Colombia gano un premio y yo corrijo que antes de ser Colombia o Venezuela es a nombre de la nación wayúu, no obstante tienes la osadía de compararte conmigo, cuando yo me engalano con un cuento que pareciera de ficción ante jurados extranjeros y tu con el voto o con la huella de los que te vieron nacer en aquella rancheria cercana al pueblo donde anhelabas vivir para que te despertarán las campanas de la catedral y no el canto del gallo ni el llanto de los chivos, porque querías tener en vez de esos collares rojos un santo rosario de oro con cuentas negras. No confundas con sensibilidad mi capacidad de observación profunda y tampoco te compares conmigo.

Dices además que no tuve el arrojo de ofrecerme al Cerrejón para lograr una consulta previa perfecta a favor del gigante y engañar a las comunidades y preferí seguir a Vicenta Siosi Pino en una lucha según tu y muchos wayúu perdida en la defensa de nuestro único río: El Rancheria. Con el dinero de la negociación hoy hubiera invertido en un modesto suburbio de Miami o en un Penthouse en un sector exclusivo de Maracaibo lejos de opositores y Chavista, hablando de socialismo y comiendo pasteles con champagne.
Esta vergüenza nacional de la hambruna también es tu culpa, porque no inviertes como manda la ley los recursos que te confían para que los administres. Las comunidades asociadas a tu organización deben ser tu reflejo. Pero ese sueño que tienes donde te miras en el espejo mientras te acomodas el cabello con gel y no te ves a ti sino aquel niño wayúu famélico de mirada seca y desorbitada será el que te condene.
wayúu: Pueblo indígena de Colombia y Venezuela. Localizado en el departamento de La Guajira.