viernes, 7 de noviembre de 2014

Cine y mujeres indígenas






El poeta Armando Arteaga nos recomienda los títulos destacados que forman la programación del Cine Foro: El Universo Audiovisual de los Pueblos Indígenas.
Proyecciones se realizan en el marco de encuentro global que reunirá en Lima a mujeres indígenas de todos los continentes. 
En Octubre se celebra en la ciudad de Lima la Conferencia Global de Mujeres Indígenas “Avances y desafíos frente al futuro que queremos”. Con este telón de fondo se llevará a cabo el Cine Foro: El Universo Audiovisual de los Pueblos Indígenas, que tendrá lugar  el lunes 28 y martes 29 de Octubre desde las 2.00 p.m. en  el Hotel Suites del Bosque (Av. Paz Soldán 165, San Isidro).
La proyección incluye un conjunto de veintidós películas (ficción, animación, drama, cortometrajes y documentales) donde los pueblos indígenas se han vuelto actores políticos y sociales, pues han desarrollado actualmente mayores estrategias de resistencia y adaptación a los cambios de la globalización, y donde también la problemática de la mujer indígena es el tema central de este interesante festival de cine indígena.
La mujer indígena no solo ha desarrollado un papel importante en su lucha por mejores niveles de igualdad y de justicia, sino además, por conservar principios fundamentales de valoración de nuestras culturas e identidades originarias. El cambio de la situación actual radica mucho en la participación de las mujeres indígenas en la actual coyuntura de la globalización actual.
El concepto del desarrollo actual desde la óptica de los derechos indígenas, eso que algunos llaman “el buen vivir”, es una propuesta de cambio con identidad, con desarrollo sostenible, es crear condiciones para ejercer la libre determinación sobre nuestro patrimonio cultural y natural, obtener condiciones para que las mujeres indígenas no vivan a merced de cierta violencia. La crisis del modelo actual, hace valida la crítica de los pueblos indígenas. El modelo de desarrollo vigente está en crisis, no ha resuelto el problema de la desigualdad económica: se sigue ampliando la brecha entre pobres y ricos, y las mujeres indígenas en estas condiciones llevan la peor parte.
Es muy probable que de cine indígena algunos cinéfilos sepan muy poco.  Sin embargo, el cine indígena es una de las manifestaciones culturales más importantes del llamado sector “independiente” de la cinematografía actual.  El cine indígena no sigue la tendencia del cine de directores al extremo, es un trabajo de voces múltiples, aunque tiene máximos exponentes en la trayectoria concluyente de su desarrollo histórico, en nuestro medio, sigue el prestigio de nombres de directores fundacionales, con reticencias,  por supuesto, en lo ideológico (visión antropológica, racismo, etnocentrismo, aspecto estético), y en la técnica cinematográfica (manejo de cámara, ritmo, sonido directo, y punto de vista) , de creadores representativos  como Jorge Sajines (“Yawar Mallku”, 1969, Bolivia), Luis Figueroa (“Kukuli”, 1966, y “Yawar Fiesta”, 1986, Perú), Manuel Chambi y de Jorge Vignati (“Danzantes de tijeras”, 1972, Perú), Jorge Prelorán (“Hermógenes Cayo”, 1987, Argentina), Miguel Littin (“Tierra del Fuego”, 2000, Chile), Federico García (“Kuntur Wachana”, 1977, Perú),  Vincent Carelli y de Dominique Gallois (“A Arca dos Zo’é”, 1993, Brasil), que son pioneros, empezaron a llamar la atención a partir de la década del setenta del siglo pasado, revelando una nueva mirada, un nuevo lenguaje: en su temática y en su problemática, abriendo el camino para el reconocimiento de grandes virtudes de lo que se llama ahora este “cine indígena”, que ha empezado a cosechar un gran prestigio cinematográfico.
El cine indígena plantea el estudio de la verdadera expresión de los pueblos indígenas, es una representación de la diferencia cultural, es una ruptura dentro de las convenciones visuales.  El cine indígena ha empezado a producir su propia imagen desde su propia perspectiva cultural. “El cine indígena presenta una visión sobre los indígenas”, confirma Antoni Castells, supera los estereotipos de la manera tradicional de hacer cine, incluidos los aportes vanguardistas sustentados por el resto del cine  etnográfico latinoamericano, propone la normalización cultural y lingüística, usa la ficción de una manera subversiva frente a la realidad.  Aceptemos esta invitación del cine indígena en la paráfrasis de Elisenda Ardèvol, en “La Búsqueda de una Mirada”: “la antropología visual se pregunta por el sentido que damos a la fotografía, al cine o al video como portadores de imágenes: como aprendemos a mirarlas, qué efectos causan sobre nosotros, como las utilizamos y las tratamos”.
Aunque la producción de cine indígena en su mayoría es de tipo documental (por razones técnicas y de costos, me parece), o es también un cine de denuncia; pero ya se avizora en el manejo de una ficción de alternación en películas como  “Shimásáni” de Blackhorse Lowe (Navajo) y en “Chevelure de la vie” (“Cabellera de la vida”) de Réal Junior LeBlanc (Canadá), donde ya se configura una nueva narrativa, otra mirada para un nuevo lenguaje cinematográfico, es un concesión realista para la diversidad.
Otras películas, de este “Festival de Cine en la Conferencia Global de Mujeres Indígenas”, interesan por su construcción cultural,  como “Mu Drua” (“Mi Tierra”) de Mileidy Orozco Domicó, “Kepe Pajta” (“Sol de Noche”) de Javier Álvarez, “Nuestra Casa Grande” (CEFREC, CAIB), “Huarpes” (“En su propia voz”) de Laura Piastrellini y Marcelino Azaguate, en donde me atrevería a condescender que,  la consolidación  del “imaginario” sobre lo indígena:  en tanto unidad semántica,  ya son construcciones definidas con un claro carácter intercultural; lo mismo, en donde encuentro mayores afinidades elaboradas  entre la imagen histórica y la sociedad representada (indígena) es en “Txêjkho Khâm Mby”  (“Mujeres Guerreras) de Kamikia, Winti, Kambrinti, Kokoyamaratxi y Yaiku Kiedje: imágenes que oscilan entre el cine-verdad (filmar la realidad, tal cual es) y la ficción subjetiva, dando muestras de las enormes posibilidades estéticas del cine indígena, donde el lenguaje visual se caracteriza por estar más estructurado,  y  por estar representado más próximo a la naturaleza que de la historia misma.
La animación y el despliegue que ofrecen las tecnologías digitales, nos ayudan a vislumbrar mejor trabajos fílmicos como “Indian Taxi”  de Abraham Cote y Kevin Papatie (Canadá), así como “El Fantasma de la Milpa” (realización producida por el Taller de Matatena Internacional Children´s Film Festival, México Ciudad), lo mismo que, “Bugta”(Talaandig, Indonesia), muestran las diferencias sustanciales, contrastan el realismo mágico versus la razón occidental.
El documental es la mejor carta de presentación del cine indígena, presenta diversos matices, son registros cinematográficos dentro de la “antropología de la urgencia”, dan testimonios de una alteralidad radical de los modos de vida en nuestras comunidades, la resistencia ante la invasión y la imposición mercantil de proyectos de inversiones privadas que van deteriorando  la vida natural de nuestras poblaciones indígenas, denuncias contra la contaminación y la depredación del medio ambiente, contra la expansión desenfrenada producidas por  las industrias  mineras, petroleras, hidroeléctricas y madereras,  contra el intervencionismo de agentes externos que van generando situaciones de conflicto, lesa humanidad, abandono estatal de obligaciones, frente a los derechos indígenas en la diversidad de nuestros territorios indígenas, tal el caso de  “Una muerte en Sión” (Pueblo Achuar, Perú, 2001) de Adam  Goldstein;   de “El oro o la vida. Recolonización y Resistencia en Centro América”  (Guatemala, Honduras, El Salvador, 2011) de Álvaro Revenga, Premio Anaconda 2011;  de “Voces silenciadas” (Colombia, 2011) de  Pau Soler Domennech y José Antonio Marco; y de “Desterro Guarani” (Brasil, 2011) de Ariel Ortega, Patricia Ferreira, Ernesto Carvalho y Viencent Carrelli;  las contradicciones entre tradición y revés político foráneo educativo en “Sirionó” (Bolivia, CEFREC, CAIB, 2010); en el cine indígena el documental se incorpora como herramienta de registro en distintas investigaciones y propuestas de nuestros pueblos indígenas, desarrolla diversas estrategias de representación  y participación donde el cineasta-videasta tiene un mayor involucramiento con la cultura indígena filmada.
Tener en cuenta también el aporte de los trabajos locales de los talleres de comunicación de CHIRAPAQ,  en documentales como “Ruwayninchick” (Perú, 2011)  de Tarcila Rivera Zea, acerca del trabajo de la trilla en una  comunidad de Vilcashuaman-Ayacucho; y “Entre dos aguas. De lo sagrado a los desastres” (Perú, 2010) de  Ludovico Pigeon, acción de los desastres naturales provocados por el cambio climático; y en este debate de catástrofes climáticas encontramos “Fever” (Indonesia, Filipinas, 2010),  breve documental de Serge Marti y Gemma Sethsmith, donde lideres indígenas opinan sobre el efecto invernadero producido por el bióxido de carbono
El cortometraje, la mini ficción filmada, es otro aporte del cine indígena, el “código sémico” definido por Roland Barthes, asocia significantes con un nombre propio, un personaje, o un escenario. Destaca en este Festival, “Don Severo del puente” (Bolivia, CEFREC, CAIB, 2011), “El abuelo”  (Chile, 2011) de Eric Pulquillanca, y “Blocus”  (Canadá, 2011) de Réal Junior LeBlac y Serge Bordeleau.  Una mención especial merece“Nabusimake, Memorias de una Independencia” (Colombia, 2010) del Colectivo Zigoneshi, documental que narra la resistencia del pueblo arhuaco y su independencia ante la sujeción cultural, religiosa y económica de la Misión Capuchina de Rábogo.
Este muestra trae el tema de lo  verosímil en el cine unido a la trayectoria de la lucha de la mujer indígena en la globalización actual, nos habla de identidad y lucha indígena, de resistencia y derechos de los pueblos indígenas, de tradición e historia, de educación y defensa de la infancia, de cosmovisión, de sitios sagrados y despojo de tierras, de la espiritualidad de nuestros pueblos indígenas.
Nuestros pueblos indígenas  también existen en la verosimilitud de la pantalla, en el reconocimiento y la búsqueda de soluciones de nuestros problemas, donde la mujer indígena es protagonista principal  en la obra cinematográfica.

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