martes, 14 de febrero de 2023

LA MUJER Y EL MATRIMONIO CULTURAL INMATERIAL.

A lo largo de la historia las mujeres han sido las principales transmisoras del “patrimonio” cultural inmaterial de todo el mundo. Ellas han contribuido a garantizar y salvaguardar la riqueza y la diversidad cultural; y aportan al desarrollo social, económico, científico, cultural, espiritual de la humanidad. A pesar de todo el aporte que han hecho, se les han negado los espacios para visibilizar su labor como portadoras de los saberes culturales. Ellas siguen invisibles, pocas son de las que se habla en las historias de la cultura, del arte, la ciencia, la literatura. Parte de la negación al reconocimiento de los valiosos aportes de la mujer en los saberes culturales lo encontramos cuando se habla de “patrimonio” cultural inmaterial. La palabra patrimonio proviene del latín 'patrimonium' compuesta por dos lexemas, patri (padre) y monium (recibido), que significa “lo que recibimos de nuestros padres”. El concepto de patrimonio se remonta al derecho romano durante la República de Roma, época en la que los bienes de la familia se heredan de los padre (de pater, padre), transmitida de generación a generación a todos los miembros de una gens o familia. Mientras que en la etimológico de la palabra matrimonio se deriva de la expresión "matrimonĭum" que proviene de dos palabras del latín: la primera matren que significa (madre u oficio de la madre) y, la segunda, monium, que quiere decir (calidad de). La palabra matrimonio está referido a la madre, a la mujer como dadora de vida, creadora, formadora, garante de la transmisión de todos los saberes y conocimientos de los pueblos. Hablar de matrimonio cultural seria lo correcto debido a que la mujer mayormente es la encargada de garantizar todos los conocimientos, contribuye a la salvaguardia de la vida, y a la pluralidad cultural en la sociedad. La palabra “patrimonio” es parte del lenguaje del sistema patriarcal. El sistema del patriarcado ha ocultado por mucho tiempo el aporte de las mujeres en la historia. Las mujeres en Occidente perdieron la capacidad de heredar el apellido a sus hijos por la imposición del cristianismo. El primer apellido de un hijo es el del padre. El cristianismo heredó tanto de su religiosidad judío-cristiana el sistema patriarcal. Por lo que la influencia de la tradición judeo-cristiana en la civilización occidental ha tenido consecuencias negativas para la mujer. Lo que la sociedad contemporánea ha heredado del cristianismo no está referida solo a doctrina religiosa, sino también a una organización social basada en la sumisión de la mujer, acompañada por doctrinas adulteradas que justifican la sumisión. La lucha es contra el patriarcado capitalista neocolonial, racista, transnacional, que por mucho tiempo ha explotado y ha negado a la mujer. La mujer es portadora y salvaguarda en gran parte de los saberes culturales tangibles e intangibles; de las tradiciones y expresiones vivas que ha heredado a través de la oralidad, de generación en generación como un legado de sus antepasados. Las mujeres son las conocedoras y guardianas por excelencia de la madre naturaleza, de la tierra, las medicinas tradicionales; de una estructura física, una escultura, un sitio sagrado, una lengua indígena milenaria, de la memoria histórica de un pueblo, los rituales sagrados de una comunidad, el arte del tejido, los territorios ancestrales, sitios sagrados, entre otros, por lo que es muy importante que las mujeres en el mundo comiencen a socializar la propuesta de usar la palabra matrimonio cultural, como un reconocimiento a su labor como principales portadoras y guardianas de la memoria cultural del mundo. Foto: Artistas del PATU'UWASH (Chinchorro Hamaca Doble Faz, Revercible) Maria del Carmen Sijuana( Mi Madre), Anaisa Sijuana (Mi Tia), Isabel Sijuana (Mi Tia).

Crónicas minimalistas Wayuu: Los wayuu de la oralidad a la escritura.

Miguel Fuenmayor Crónicas minimalistas Wayuu: Los wayuu de la oralidad a la escritura. Tomamos un texto del escritor Pedro Lemebel, que calza perfectamente con la atmosfera de esta crónica. Escribe, el chileno: “Quizás el mecanismo de la escritura es irreversible y la memoria alfabetizada es el triunfo de la cultura escrita representada por Pizarro, sobre la cultura oral de Atahualpa. Pero eso nos demuestra que leer y escribir son instrumentos de poder más que de conocimiento. Es posible que la cicatriz de la letra impresa en la memoria pueda abrirse en una boca escrita para revertir la mordaza impuesta”. Así lo demuestra el empeño de los escritores wayuu: Ramón Paz Ipuana, Miguel Ángel Jusayu y los escritores y poetas indígenas de esta generación impresa y digital del siglo XXI. Jusayu: Hizo universal el relato, “No era vaca ni caballo”, marcando para siempre en el espacio letrado una muestra del pensamiento y relato oral del pueblo wayuu. Ramón Paz Ipuana, por su parte, escribió y recopiló en las ardientes sábanas de la guajira los relatos que le traía el viento del pensamiento wayuu y los capturó para siempre en el pergamino de la letra impresa(El conejo y el mapurite es una muestra de ello). Hoy se hace necesario utilizar el poder del mundo digital en todos sus formatos para difundir el empeño de estos pioneros de la literatura indígena. Los mencionados textos muestran como “la oralidad hace uso de la escritura doblando su dominio y apropiándose al mismo tiempo de ella”, como lo diría el proscrito autor de “Adiós Mariquita Linda”. Tocando levemente, mi ámbito familiar con respecto al tema, les cuento que“Mi madre nunca quiso aprender a leer y escribir, pensaba que ello no era necesario para su vida y tenía mucha razón en su aserto”. Mi padre sí sabía leer y escribir. Y, por sus habilidades, destrezas y conocimientos ha podido recibir varios doctorados Honoris Causa. Cabe destacar que mis padres impulsaron a todos sus hijos a formarse académicamente. Hoy, la cultura wayuu continua su afanoso trajinar entre la oralidad y la escritura. Estas minicrónicas intentan capturar el vuelo sonoro del relato oral y memoria de nuestra gente.