domingo, 11 de septiembre de 2011

GLORIA EPIEYU JUSAYU: El Regreso, el primer largometraje zuliano de este...

GLORIA EPIEYU JUSAYU: El Regreso, el primer largometraje zuliano de este...: Largometraje Un espejo entre guajiros y alijunas El Regreso, el primer largometraje zuliano de este milenio, plantea la necesidad de recon...

El Regreso, el primer largometraje zuliano de este milenio, plantea la necesidad de reconocerse en el otro para derribar los muros culturales y comprender que, al final, todos somos iguales

Largometraje

Un espejo entre guajiros y alijunas

El Regreso, el primer largometraje zuliano de este milenio, plantea la necesidad de reconocerse en el otro para derribar los muros culturales y comprender que, al final, todos somos iguales

por REYNA CARREÑO
imagen: NORGE BOSCÁN
DOMINGO 11 DE SEPTIEMBRE DE 2011



El Regreso, la opera prima de la cineasta Patricia OrtegaHaz clic para ampliarSigue leyendo

Tras cámara

La vida real

Podría ser un caserío cualquiera, como otros tantos que subsisten a lo largo y ancho de toda la Guajira. Un puñado de chozas de madera plantadas sobre los arenales en medio de la nada. Un chinchorro aquí, una troja allá, una parrilla de ventilador que pende del techo y sirve para guardar pocillos de peltre. El fogón siempre encendido, la bicicleta recostada en un rincón junto al taburete y en la esquina opuesta los sacos de maíz y arroz.

Afuera los animales retozan a sus anchas: gallinas, burros, chivos y perros que conviven en una plácida existencia doméstica. El viento golpea con fuerza y el mar se balancea con su húmedo canto, para aderezar la cotidianidad de hombres, mujeres y niños; gente morena, de ojos rasgados y pelo lacio.

Es un pueblo wayuu, un pueblo de artesanas y pescadores. Es la réplica de Bahía Portete que se levantó en Quisiro para iniciar el rodaje del primer largometraje zuliano de este milenio: El Regreso, la opera prima de la cineasta Patricia Ortega.

La película gira en torno a la masacre de Bahía Portete (abril 2004), un pueblo de la alta Guajira donde 40 paramilitares de las Autodefensas Unidas de Colombia arremetieron contra los lugareños, aniquilando a mujeres y niños, y logrando desplazar a más de 600 personas.

El rodaje se inició el primero de agosto, luego de seis meses de casting y ocho semanas de intenso trabajo para recrear el poblado, confeccionar vestuario, definir maquillaje y afinar todos los detalles previos. Mañana cumplirán la séptima semana de grabación y esperan concluir a finales de este mes, para pasar al proceso de edición. En enero se hará un primer corte y probablemente en agosto de 2012 se realice el estreno.

En principio, Bahía Portete sería ambientada en la propia Guajira, pero por algunos inconvenientes de seguridad, Ortega decidió plantar su caserío en Quisiro y mudarse allá con su equipo de más de 50 personas para rodar el principio y el final de su película. El resto de la historia se desarrollará en el centro de Maracaibo: mercado Las Pulgas, Callejón de Los Pobres y sus adyacencias.

El Regreso será una película bilingüe. La primera parte será hablada completamente en lengua aborigen y, a la llegada a Maracaibo, se combinará con el idioma castellano y el dialecto marabino.

El meollo del asunto

El reloj marca la 1:15 de la tarde y el calor de Quisiro amenaza la tenacidad de Patricia Ortega. Labios y mejillas hacen juego con el cabello rojizo y dan fe de que la temperatura no está para juegos. "Comencé a interesarme por el relato de Portete en 2008, cuando estaba en el rodaje del documental Kataa ou-outa (Vivir-Morir). Luego investigué más en internet y conversé con algunos de los sobrevivientes. Al principio me interesé más por la masacre, pero después me di cuenta de que podía trabajar la historia para recrear los choques culturales entre wayuu y alijunas (hombre blanco), para hablar sobre la xenofobia y esa creencia de que somos diferentes".

Ortega asegura que su película aborda la necesidad de reconocerse en alguien que se supone distinto. "Es una película sobre la amistad de dos niñas, una guajira (Shuliwala) y otra alijuna (Barbarita). Una relación que sirve para reflexionar sobre la niñez y resaltar mi convicción de que no somos diferentes -como se ha creído- y que hay muros culturales que no deben existir".

En el guión, escrito también por Ortega, Shuliwala logra escapar de la masacre, se interna en un desierto, pasa por Maicao, por Los Filuos y llega a Maracaibo. Al no tener a quién acudir, vive en las calles y sólo habla su lengua nativa: wayunaiki. Por circunstancias de la vida conoce a Barbarita y en ese primer encuentro se activan los prejuicios culturales, pero a medida que se hacen amigas los desencuentros van desapareciendo.

Gente y más gente

Sentadas en rueda, como es su tradición, cuatro mujeres wayuu tejen y conversan en su lengua nativa, gutural y melodiosa, que más que hablar parecieran imitar los sonidos de la naturaleza. Entre frases ríen, levantan la mirada al mar y continúan urdiendo los hilos. No están actuando, simplemente pasan el tiempo entre escenas. Destaca entre ellas Dorila Echeto Ypuana, por su estampa de mujer importante dentro de la etnia. El cabello blanco encanecido sobresale de la pañoleta con la que se cubre la cabeza y su rostro refleja no sólo el paso del tiempo sino una vida entre sol y salitre. Dorila encarna a la abuela de Shuliwala, una de las matronas que resulta víctima de los paracos. A su lado está Gloria Jusayú, quien no sólo representa a la madre de la protagonista wayuu sino que tiene la tarea de ser asistente de dirección y asesora general de El Regreso.

Al frente está sentado Laureano Olivarez. El experimentado actor intenta aclimatarse a tan inhóspita locación y a la vez busca azaroso la manera de enviar un mensaje de texto hacia algún teléfono en Caracas. Ceño fruncido y pose de concentración, a ratos eleva el aparato unos centímetros sobre su cabeza para forzar la salida del mensaje.

A pesar de que no tiene el papel protagónico, Olivarez lleva en hombros la responsabilidad de ser el antagonista de la trama. Su personaje se llama Juan, el comandante de los paramilitares que ejecutan la masacre. "El tipo tiene su pasado, fue maltratado de niño y sometido a muchos abusos", comenta para darle una justificación, pero Dorila le corta la frase con premura: "Él es malo, muy malo", asegura y todos celebran con risas la salida.

Viéndolo bien, la estampa de Laureano es para asustarse. Cabello al rape, rostro sin afeitar, un águila tatuada en el hombro izquierdo, ropa sucia, raída y un cuchillo en la mano. Cuando sonríe vuelve a ser el actor varonil y atractivo, pero cuando entra en el personaje dan ganas de correr.

La nota angelical la pone Daniela González, una de las dos protagonistas de El Regreso. Su personaje, Shuliwala, es quien vive y sobrevive a la masacre y sufre todas las vicisitudes de un desplazado. Pero Daniela es dulce y su espíritu puro va en medio del corro repartiendo abrazos por doquier, cuando concluye la ronda, se sienta satisfecha y despliega una amplia sonrisa.

"A mí no me da pena ni actuar ni nada", asegura mientras frunce la boca, ladea la cabeza hacia la derecha y abre los ojos a todo lo que dan. En verdad esta es la primera vez para la niña, quien jamás pensó actuar al lado del galán de las telenovelas. Cuando cae en cuenta sonríe con picardía.

Un poco menos sofocada, Patricia irrumpe con su don de líder. "Vamos pues, todos a trabajar", y comienzan a moverse hasta el lugar donde se filmará la próxima escena. La directora se afana y aprieta el paso que se hunde en las arenas calientes. Se detiene un momento, piensa y lanza la frase como si la acabara de crear: "Mi película tiene todo lo que no quiere ver ni escuchar la gente". Sonríe, convencida de que la irreverencia es otro de los ingredientes de El Regreso.

reynac@laverdad.com



Relacionado con: guajira, wayuu