...LOS SUEÑOS SON NUESTROS MAESTROS,NOS SEÑALAN EL CAMINO A SEGUIR POR LA HUMILDAD, EL ÈXITO Y LA BENDICÒN.!!! yordana mi hermana del alma, agradecemos al universo por conspirar junto a nosotras por nuestros sueños todos los días.!!!
EN EL CIRCULO SAGRADO DE
LA VIDA Y EL SUEÑO TRENZADO
A diferencia del orden que se empeña en masculinizarlo todo,
el mundo Wayuu sobreviene atado al ritmo y a la entrega d la mujer como unidad mística asociada a la madre Tierra
como principio femenino en la propia cosmovisión. Como generadora de vida la
mujer Wayuu es imagen de protección, renovación y permanencia. A partir de su función
social dentro de la familia se consagra una metáfora de facultades para
ocasionar y preservar la vida. es, a través de la maternidad y el oficio
religioso y artístico que ella alcanza el máximo contacto sobrenatural con la
vida.
Lejos de imaginar que haya sido extraída de la costilla del
hombre, como así lo concibe la religión católica, en la cultura se considera a
la mujer como una fuente primigenia que encarna el carácter de la madre Tierra;
en la tradición cultural ella sigue el orden natural del nacer y renacer de la
vida en la circularidad del espacio y el movimiento. Esta percepción se
interpreta en la función de la mujer en la danza YONNA, que es una manifestación
de carácter ritual, donde la mujer danzarina se desplaza en forma cadenciosa y
frontal para hostigar el gesto desafiante del hombre, quien se muestra siempre impetuosos
y danzando en retroceso.
El PIOUY es el círculo sagrado de la Yonna, donde se celebra
la permanencia de la vida a partir de la perseverancia de la mujer como esencia
de un principio femenino. En la función sagrada de la danza, la experta
danzarina procura derribar y expulsar a su parejo de la pista para garantizar
su permanencia en la pista y así consagrar el valor del linaje, el cual está
encarnado en la forma espiritual del Aseyuu, que es un espíritu protector
asociado a cada linaje materno. En este sentido se interpreta que la función especial
de la mujer significa vida y permanencia…
Guillermo Ojeda Jayariyu
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