miércoles, 30 de abril de 2014

Marbelle - Besos Usados

Marbelle - Besos Usados



Marbelle Besos Usados

Cuando dices que te olvide
Es porque me has olvidado
Pides que desate un lazo
Que ya llevas desatado
Como se desbesa el beso
Como desato un abrazo
Como borro una caricia
Como se olvidan tus brazos
Sabes que me es imposible
Dividir en dos los pasos
Y repartir el camino
Sin separar nuestros labios
Y repartir el caminoooo...
Sin separar nuestros labios...

Volverás a amar es cierto
Te enlazaran otros brazos
Vivirás amaneceres
Entrara luz en tu cuarto
Arrubaras mis recuerdos
Como se arruman los trastos
Pero por más que lo intentes
Ya no olvidaras mis labios
Tus besos eternamenteee...
Ya serán besos usados...

Como se desbesa el beso
Quien se queda con lo amado
Más que caminos corrientes
Nos grabamos con las manos
Porque todo te lo llevas
De mi amor ya tan tatuado
Nunca podrás arrancarte
Lo que te deje marcado
Si me condenas a perderte
Yo te condeno al pasado
Y el fantasma de mi beso
Vivirá siempre en tus labios
Y el fantasma de mi beso
Vivirá siempre en tus labios

Volverás a amar es cierto
Te enlazaran otros brazos
Vivirás amaneceres
Entrara luz en tu cuarto
Arrumaras mis recuerdos
Como se arruman los trastos
Pero por más que lo intentes
Ya no olvidaras mis labios
Tus besos eternamenteee...
Ya serán besos usados...

Volverás a amar es cierto
Te enlazaran otros brazos
Vivirás amaneceres
Entrara luz en tu cuarto
Arrumaras mis recuerdos
Como se arruman los trastos
Pero por más que lo intentes
Ya no olvidaras mis labios
Tus besos eternamenteee...
Ya serán besos usados...
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martes, 29 de abril de 2014

Los wayúu, desplazados por la violencia

Un poco de historia para entender la situación actual

Por: | abril 29, 2014
"Nota ciudadana" es un espacio generado por nuestros lectores y no refleja o compromete el pensamiento ni la opinión de Las 2 orillas.
 
 
Para entender la problemática de nuestras etnias y en este caso, de la etnia indígena wayúu de la Media y Alta Guajira e incluso de las etnias wiwa, kogui, arhuaco y kankuamo de la Sierra Nevada de Santa Marta debemos ir muy atrás, algo así como 515 años hasta la época de la conquista y la colonia.
El estudio de los primeros pobladores del territorio de la actual Colombia se ha dividido en tres etapas de la época precolombina: el paleolítico (15000-7000 a.C.), el periodo Arcaico Andino (7000 a 2000 a.C.), y el periodo formativo 2000 a.C. hasta el siglo XVI. Los primeros seres humanos que llegaron al territorio de la actual Colombia datan de aproximadamente 10 mil y 15 mil años. Los cazadores y recolectores nómadas de esta época utilizaban artefactos líticos, herramientas y armas hechas con piedra que datan de 10450 a.C., hallados en El Abra, donde se comprobó que existían habitantes en la sabana de Bogotá en 10500 a.C.
En el siglo XV existían tres grandes familias que poblaban Colombia. La cultura Caribe se ubicaba en la costa del mar Caribe, la arawak en los ríos Caquetá, Amazonas y Putumayo, y los Muiscas en la Sierra Nevada de Santa Marta y el clima frío de los altiplanos del centro del país. Esta última fue la que presentaba más pobladores y un significativo desarrollo en la agricultura, el uso de calendario, los jeroglíficos, y los rituales religiosos
En 1499, Alonso de Ojeda realizó el primer viaje y descubrimiento del territorio de la actual Colombia llegando hasta el cabo de la Vela, en el actual departamento de la Guajira.
Alonso de Ojeda llegó desde Santo Domingo con el objetivo de explotar perlas y oro. En su viaje, estaba acompañado por Américo Vespucio y Juan de la Cosa. Años más tarde, un viaje realizado por Rodrigo de Bastidas entre 1500 y 1501 partió desde la Guajira hasta el golfo de Urabá.
Con la llegada de los conquistadores se inició un ciclo de devastación y arraamiento de las tierras americanas, y de extinción de las comunidades indígenas que habitaban la región.
Mientras que las guerras de las comunidades aborígenes independientes estaban orientadas a la sujeción, más que al exterminio del enemigo , los españoles, por su parte, adelantaron una guerra de exterminio contra los indígenas, ensañándose con sus armas y perros.
En defensa de sus tierras, mujeres e hijos los nativos, si bien tenían superioridad numérica, pero armados con tan solo flechas, macanas y hondas, se enfrentaron a un reducido número de aventureros españoles, quienes equipados con espadas metálicas, ballestas, mosquetones, caballos, perros y a veces con cañones, arrasaron con los primeros poblados indígenas que encontraron en búsqueda del tan anhelado Dorado. En estos primeros enfrentamientos perecieron los jefes y representantes más fuertes de las comunidades nativas, generando desaliento, y resquebrajamiento de las estructuras políticas, religiosas y militares que sustentaban el poder aborigen.

Al no contar con sus jefes los indígenas americanos se retiraban dando lugar a una nueva forma de sometimiento al yugo español. El conquistador aplicó implacablemente la guerra de tierra arrasada, destruyendo los poblados, las sementeras y los núcleos familiares.
Los nativos, especialmente los caribes como los tayronas, de los valles interandinos y la Orinoquia, que no tenían un poder centralizado, como los carares, colimas, panches y pijaos del valle del río Magdalena, ansermas, gorrones, bugas y liles del valle del río Cauca, no quisieron rendirse ante las autoridades españolas pues no reconocían jefe supremo ni pago de tributos, por lo cual opusieron una feroz resistencia, siendo finalmente dominados a sangre y fuego. Más que las mismas armas, las enfermedades y los perros cebados en carne indígena infringieron grandes pérdidas.
El pueblo wayuu es uno de los pueblos arawak de esta triste historia, que, como una gran corriente migratoria, se desplazaron tanto por la Amazonía, como hacia las Antillas, a donde llegaron hacia el 150a.C.
Los wayuu, que eran recolectores y nómadas, en esa época no practicaban actividades pastoriles porque no conocían las cabras o chivos, o las reses, (estas fueron traídas por los españoles), habitaban en las estribaciones de la Sierra Nevada de Santa Marta, tierra fértil donde se dedicaban a la caza, pesca y recolección, así como la horticultura donde ella era posible, al sur de la península o en otros lugares con un ambiente menos desértico que el actual. La vivienda era comunal, en forma de maloca.
Al contrario de otros pueblos como los tayronas, los wayuu no se enfrentaron a los Españoles, y optaron por retirarse lejos de su alcance y se dirigieron hacia territorios inhóspitos, difíciles, secos y áridos como lo fue la media y alta guajira, que no representaran ningún interés para el ejército invasor ni para los colonizadores que siguieron a los españoles.
Este desplazamiento forzado a que fue obligado y sometido el pueblo wayuu los convierte sino en el primero, si uno de los primeros grupos humanos desplazados de la historia colombiana, los cuales nunca pudieron volver a sus tierras fértiles y libres porque estas fueron usurpadas por los españoles de ese entonces y por los terratenientes de hoy en día.
Los descendientes de la etnia wayuu de hoy en día son hijos de los hijos de los hijos de los primeros desplazados de Colombia, se adaptaron a esas tierras difíciles y secas, la sufren en carne propia y la lloran con su alma, han olvidado sus orígenes en tierras de abundancia de agua y frutos, no viven en los semidesiertos guajiros por gusto, es que no tienen adonde más ir.

Los wayúu no solo son los primeros desplazados de la historia colombiana, son desplazados incluso del Estado Colombiano moderno, quien se ha olvidado de ellos, un Estado que lo abandono a su suerte, que deja morir a sus niños, que no se conduele de su dolor y su sufrimiento, que les niega el agua, la energía, carreteras, que no les da a probar el progreso, los weyuuu, hoy en dio viven en la miseria, en la pobreza, olvidándonos que estos indígenas son los dueños legítimos y originales de la casa que hoy en día todos ocupamos.
Los wayúu, un pueblo a los que históricamente les hemos venido violando sus derechos, incluso, el derecho a vivir.
Sin embargo, y pese a todo, pese a 500 años de olvido y maltrato, pese al abandono, los wayuu son una raza orgullosa, hermosa, rica en valores y cultura, un pueblo fuerte y aguerrido, un pueblo valiente, porque solos los valientes pueden sobrevivir a tanta injusticia.
http://es.wikipedia.org/wiki/Pueblo_way%C3%BA
http://es.wikipedia.org/wiki/Colombia
 

Los wayúu de gafas Ray Ban y camioneta burbuja que han traicionado a su pueblo

La escritora indígena Estercilia Simanca Pushaina señala la manera como se han aprovechado algunos líderes wayúu de los privilegios de la comunidad en beneficio propio

Por: | abril 28, 2014
 
"Nota ciudadana" es un espacio generado por nuestros lectores y no refleja o compromete el pensamiento ni la opinión de Las 2 orillas.
 
Hoy quiero dirigirme a ese wayúu sin rostro, ese que se esconde detrás de otro wayúu con cara de inocente, ese mismo que se oculta detrás de un representante legal de una de las cientos de organizaciones wayúu que hay en la Península de La Guajira, en esa constante explotación del wayúu por el wayúu y de éste por el hombre blanco.
Ese que se vale de la huella del dedo índice derecho del viejo de una cualesquiera de las comunidades diseminadas por el resguardo de la Alta y Media Guajira, también de aquellos que viven en los resguardos del Sur porque “Manifiestan no saber firmar”. Ese que no carga un lapicero sino un huellero en su camisa de lino. Cuyas vacaciones son en Aruba, San Andrés, New York, Washington o Martinica y no en el Cabo de la Vela porque para llegar hasta allá les toca encontrase con esos peajes de mecates viejos, amarrados de un trupillo a otro para que niños famélicos tengan chance de mendigar.
Aquel wayúu que vive con la arijuna porque las amigas de sus hermanas son tan iguales a ella, con cara de luna, mirada asiática, piel cobriza y son muy calladas. Ese que promete más que el candidato que sedujo a Coleima Pushaina con un beso cerca de su boca y no cumple.
Aquel que pone a los niños y niñas de las comunidades a danzar la Yonna para los blancos y no le importa que le digan a esta danza ancestral “Chichamaya”, tampoco le importa poner a danzar a la doncella que recién salió del encierro para que los extranjeros miren más allá de la manta que cubre su cuerpo.
Ese que se vale de su lengua materna y su título de médico o abogado, para engañar a los que siguen creyendo en su palabra y esta vez el agua si llegará. Ese mismo que su mamá educó porque su papá vivía ebrio de chirrinchi, para que cuando creciera hablara con y como los blancos, le dijeran doctor y le llevara pan rojo todos los días a las 5 de la tarde. Pero que ahora le da pena mostrar a la wayúu silenciosa, de mirada borrosa de tanto tejer.
Ese wayúu vive en una casa blanca, inmensa, bella, en un barrio con nombre de virgen o de ex presidente cuya fachada parece traída del vaticano, donde todas las mañanas lo visitan sin pasar del portón por donde los atienden, porque la puerta principal es sólo para la gente, aquellos que esperan pacientemente el molino, los hilos, el mercado, el carnet, el diclofenalco y el ibuprufeno.

Ese wayúu de ademanes finos que se fastidia con los suaves torbellinos de arena de la Península y con el reflejo del sol, por eso usa Ray Ban todo el tiempo y piensa que sus hermanos están acostumbrados a vivir sin agua y es mejor que esperen el tiempo de las lluvias, el molino vendrá después, pero hace más de cuatrocientos soles que no llueve.
Ese wayúu tiene la gratitud eterna de sus hermanos porque ayer fue al hospital a visitar al viejo, le tomó la mano y mientras lo hacía volvió a prometer aquella escuela donde los niños y niñas estudiarían pero para eso debía tomar nuevamente de su mano temblorosa la huella digital.

Ese wayúu es mi vecino y el tuyo también, es mi amigo y el tuyo también, quizás es mi pariente y no lo sabemos, con el me tropecé muchas veces en la facultad de Derecho pero en ese entonces era muy tímido, no tenia la seguridad que le ofrecen los lentes oscuros, una burbuja y una mujer bonita.

Ese wayúu eres tu, que muy seguramente me estas leyendo y te sonríes porque te estoy describiendo tal cual como eres y se que te refieres a mi como la pedazo de india que se cree de buen linaje porque no mancho mis manos con un huellero, porque ando a pie pudiendo comprarme una burbuja como la tuya, que puedo lucrarme con el hambre de los niños de nuestro pueblo, mientras la muerte se cierne sobre sus cabezas, mediante un contrato con aquel Instituto, porque ellos aguantan con sólo una comida al día, mientras que tus hijos se desmayan si a 11:00 am. no tienen su merienda de chocolate y croissant. La diferencia tuya conmigo es que yo tuve la guía de un tío materno que me enseñó lo que tu ignoras, para sentir esto que siento cuando a nombre de Colombia gano un premio y yo corrijo que antes de ser Colombia o Venezuela es a nombre de la nación wayúu, no obstante tienes la osadía de compararte conmigo, cuando yo me engalano con un cuento que pareciera de ficción ante jurados extranjeros y tu con el voto o con la huella de los que te vieron nacer en aquella rancheria cercana al pueblo donde anhelabas vivir para que te despertarán las campanas de la catedral y no el canto del gallo ni el llanto de los chivos, porque querías tener en vez de esos collares rojos un santo rosario de oro con cuentas negras. No confundas con sensibilidad mi capacidad de observación profunda y tampoco te compares conmigo.

Dices además que no tuve el arrojo de ofrecerme al Cerrejón para lograr una consulta previa perfecta a favor del gigante y engañar a las comunidades y preferí seguir a Vicenta Siosi Pino en una lucha según tu y muchos wayúu perdida en la defensa de nuestro único río: El Rancheria. Con el dinero de la negociación hoy hubiera invertido en un modesto suburbio de Miami o en un Penthouse en un sector exclusivo de Maracaibo lejos de opositores y Chavista, hablando de socialismo y comiendo pasteles con champagne.
Esta vergüenza nacional de la hambruna también es tu culpa, porque no inviertes como manda la ley los recursos que te confían para que los administres. Las comunidades asociadas a tu organización deben ser tu reflejo. Pero ese sueño que tienes donde te miras en el espejo mientras te acomodas el cabello con gel y no te ves a ti sino aquel niño wayúu famélico de mirada seca y desorbitada será el que te condene.
wayúu: Pueblo indígena de Colombia y Venezuela. Localizado en el departamento de La Guajira.

 

domingo, 27 de abril de 2014

Indígenas de EEUU exigen limpiar el peor vertedero nuclear del Proyecto Manhattan


 



Cartel que prohíbe el paso en la valla perimetral de la reserva nuclear de Hanford, en el estado de Washington. Crédito: Jason E. Kaplan/IPS

NACIÓN YAKAMA, Estados Unidos, 23 abr 2014 (IPS) - Ejecutivos, políticos y funcionarios del Departamento de Energía de Estados Unidos discutían cómo advertir a las generaciones que vivirán dentro de 125.000 años de la basura radiactiva de Hanford, el sitio más contaminado del país, ubicado en el extremo noroeste. “Yo les diré cómo”, los interrumpió el nativo Russell Jim.

“Se miraron entre ellos y luego a mí. Entonces les dije: ‘Hemos estado aquí desde el inicio de los tiempos, así que también estaremos para entonces’. Ahí se dieron cuenta de que tenían un lío entre manos”, relata a IPS este hombre de 78 años que forma parte del pueblo yakama.


El líder anciano Russell Jim, director del Programa de Recuperación Ambiental y Manejo de Residuos de la Nación Yakama. Crédito: Jason E. Kaplan/IPS

Con sus largas trenzas, Jim es una figura impactante. Dirige el Programa de Recuperación Ambiental y Manejo de Residuos (ERWM) de las tribus yakama y permanece tranquilamente sentado en su oficina en las áridas tierras de la Nación Yakama.

La reserva, situada en el sudeste del estado de Washington, tiene 486.000 hectáreas, 10.000 integrantes de tribus reconocidas federalmente y unos 12.000 caballos salvajes vagando por las desiertas estepas.

Es lo que queda de un territorio de casi cinco millones de hectáreas que en 1855 los yakamas tuvieron que ceder por la fuerza al gobierno estadounidense, y está a solo 32 kilómetros del complejo nuclear de Hanford.

Aunque la carrera armamentista nuclear terminó en 1989, la basura radiactiva es la herencia que dejó en distintos lugares de este país el Proyecto Manhattan.

Hanford en particular comenzó a operar en 1943. Aquí se produjo el plutonio de la bomba atómica que Estados Unidos arrojó sobre la ciudad japonesa de Nagasaki en 1945. Llegó a tener nueve reactores y cinco grandes complejos para procesar ese metal pesado. Hoy está casi totalmente desmantelado. Pero sigue conteniendo y filtrando radiactividad muy dañina.

Los yakamas lograron evitar que sus caladeros ancestrales se convirtieran en depósitos de residuos procedentes de otros sitios, invocando el tratado de 1855 que les aseguró acceso a sus “lugares usuales y acostumbrados”. Pero Hanford está lejos de ser un ambiente sano, pese a la promesa de limpieza que hizo el Departamento (ministerio) de Energía.

“El gobierno está intentando reclasificar la basura como de ‘baja radiactividad’. Quieren dejarla aquí y enterrarla en vertederos casi superficiales. Pero los científicos dicen que se deben sepultar a gran profundidad”, explica Jim.

Tom Carpenter, de la organización Hanford Challenge, explica que esta “es una batalla para que los federales cumplan su promesa de retirar la basura por el estado de Washington y por las tribus”.

“Hay 67,5 kilómetros de zanjas de 4,5 metros de ancho y seis metros de profundidad, sin revestir y llenas de cajas y frascos de residuos”, dice Carpenter a IPS.

Además, hay 177 tanques subterráneos de basura radiactiva y seis de ellos presentan pérdidas. Se supone que cuando se detecta una filtración, los residuos deben retirarse en un plazo de 24 horas o cuando sea “practicable”. Pero las empresas contratistas dicen que no hay espacio suficiente.

Tres denunciantes que trabajaban en las tareas de limpieza manifestaron sus preocupaciones y fueron despedidos. La denuncia fue reportada por una emisora comunicación local, pero los grandes medios de comunicación la ignoran, al igual que hacen con la lucha de los yakamas.

“Antes teníamos un encargado de prensa, pero el Departamento de Energía dice que no lo necesitamos porque ‘está todo bien’”, dice Jim. El ERWM es financiado por el Departamento de Energía, pero perdió 80 por ciento de los fondos tras un recorte federal.

Por supuesto, no está todo bien. Los sedimentos radiactivos llegaron a las napas subterráneas y de allí al río Columbia. Algunas filtraciones están a poco más de 100 metros del curso de agua, donde las tribus acceden al monumento nacional Hanford Reach.

Esta reserva natural, una zona de amortiguación del complejo nuclear, es el área de desove más grande del salmón real en el río Columbia.

El gobierno del estado de Washington reporta que agua subterránea contaminada con uranio, estroncio-90 y cromo ya ingresó al curso del río.

“En la grava del lecho del río hay unas 150 ‘surgencias’ de agua subterránea de Hanford entre las que nadan los salmones jóvenes”, explica Jim.

“Helen Caldicott (fundadora de Médicos por la Responsabilidad Social) nos dijo en 1997 que si comíamos pescado del Columbia moriríamos”, agrega.

La consultora ambiental de los yakamas, Callie Ridolfi, dice a IPS que la dieta de estos indígenas contiene entre 150 y 519 gramos de pescado por día, casi el doble de lo que ingieren otras tribus y mucho más que la población general.

Por eso tienen una posibilidad de uno en 50 de contraer cáncer por la ingesta de pescado de especies no migratorias.

En cambio el salmón, que pasa en el océano la mayor parte de su vida, se ve menos afectado.

“Helen Caldicott nos dijo en 1997 que si comíamos pescado del río Columbia, moriríamos. – Russell Jim

Según un estudio publicado en 2002 por la Agencia de Protección Ambiental sobre los contaminantes que afectan a los peces de la zona, el esturión y el corégano de montaña eran los que presentaban mayores concentraciones de bifenilos policlorados (PCB).

El año pasado, los estados de Washington y Oregon recomendaron limitar a una vez por semana el consumo de peces residentes de una franja del Columbia donde hay varias represas, por la contaminación con PCB.

“Los lubricantes con PCB se usaron durante años en los transformadores, sobre todo en represas hidroeléctricas”, dice a IPS el administrador de pesquerías de la Comisión Intertribal de Pesca del Río Columbia, Mike Matylewich.

Aunque la recomendación no incluyó a Hanford Reach, donde no hay represas, Jim duda de su seguridad.

“El Departamento de Energía le dice al Congreso (legislativo) que el corredor del río está limpio. No lo está, pero ellos temen que los demanden”, sostiene este hombre que ha sobrevivido a un cáncer.

Su tribu nunca fue indemnizada por los escapes radiactivos que se sucedieron entre 1944 y 1971 y que llegaron a 6,3 millones de curios de neptunio-239.

El toxicólogo Steven G. Gilbert, de Médicos por la Responsabilidad Social, asegura que falta transparencia e información sobre la limpieza de Hanford, que es “un problema enorme”.

Ocho de los nueve reactores nucleares se desmantelaron. Pero la generadora eléctrica de Energy Northwest, de 1.175 megavatios, todavía funciona.

“Mucha gente no sabe que hay un reactor nuclear que sigue funcionando. Y es del mismo tipo que el de Fukushima”, explicó Gilbert.

En medio de esta contienda están las tribus, que son naciones soberanas. Russell Jim sostiene que a menudo se comete el error de describirlas como “partes interesadas” cuando son gobiernos separados.

“Fuimos la única tribu en denunciar la cuestión nuclear y prestar testimonio en un subcomité del Senado en 1980. En 1982 solicitamos el estatus de tribu afectada. Los umatillas y los nez percés nos siguieron más tarde”, relata.

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La cadena montañosa Yucca Mountain, en el occidental estado de Nevada, fue designada por el Congreso legislativo como lugar de almacenamiento provisorio de los residuos de Hanford y otros complejos nucleares, pero el presidente Barack Obama eliminó el plan. Dos tribus de esa zona, los paiutes del sur y los shoshones occidentales, se declararon también afectadas.

La Planta Piloto de Aislamiento de Residuos (WIPP por sus siglas en inglés) del sudoccidental estado de Nuevo México, se destinó entonces a recibir la basura de Hanford, pero luego de un incendio en febrero, eso ya no es posible.

El Boletín de Científicos Atómicos manifestó el 23 de marzo su preocupación porque no hay lugares donde almacenar estos peligrosos desechos.

Estados Unidos tiene las mayores existencias del mundo de combustible nuclear gastado, cinco veces más que Rusia.

“El mejor material para almacenarlo es el granito, que abunda en el noreste. Un sitio ideal se encuentra a 48 kilómetros de la capital, pero eso está fuera de consideración” por su proximidad con la Casa Blanca, alega Jim con una sonrisa mordaz.

Pero el veterano líder nativo no piensa rendirse. “Nosotros somos los únicos que no podemos irnos de aquí”, sentencia.

 

martes, 22 de abril de 2014

El cine mexicano creó estereotipos que afectaron a la población indígena

 
 
e-consulta   Martes, Abril 22, 2014 - 12:38


“Nos enseñó a respetar al indígena del pasado, pero no al del presente”, precisó Rossainzz Méndez.
El cine mexicano, durante la época de Oro, generó estereotipos indígenas, que sentaron la idea de que los habitantes de pueblos indígenas era inferiores, tímidos, desconfiados, ignorantes, y con dificultades para insertarse en la modernidad que pretendía impulsar el estado mexicano.

Carlos Guillermo Rossainzz Méndez, estudiante de historia de la Universidad Veracruzana, dijo que lo único bueno de películas como María Candelaria, Maclovia y Tizoc, es que reconocía en el indígena su importancia histórica, como elemento de identidad nacional.

Entrevistado previo a su participación en la mesa de Análisis del Cine Mexicano, con la ponencia “La consolidación del estereotipo indígena en la producción cinematográfica mexicana 1936-1956”, dijo que las producciones cinematográficas de ese momento “afectaron a la población indígena porque lo estereotipa, lo generaliza, y ese estereotipo goza de características que resultan a la postre, perjudiciales para el indígena”.

“Al indígena se le margina, se le vuelve una persona como inferior, se le proyecta como ignorante, y un estereotipo que sienta bases y que persiste a lo largo del tiempo, porque hasta hoy, sigue siendo un estereotipo que se presta a la burla social”.
Como ejemplo, Rossainzz Méndez menciona el “habla paródica” del personaje central de la película, “el habla fracturada nos hace suponer que todos los indígenas de México hablan como Tizoc, cuando en realidad es falso”.

Otro ejemplo es el de la película María Candelaria, donde “se muestra a los indígenas con rasgos europeos cuando en realidad el rasgo del indígena mexicano es muy distinto”.
El joven estudiante de historia de la Universidad Veracruzana dijo que lo lamentable de este tipo de cine es que “nos enseñó a respetar al indígena del pasado, pero no al del presente”











 

domingo, 6 de abril de 2014

 
 
Soy indígena waiù del clan Epieyu, mi lugar sagrado panterramana (cementerio) se encuentra en wüìmpümüin Guajira Occidental. Mi madre nació en pozo hondo cerca de barrancas wopumüin, Guajira Oriental departamento de la Guajira , mi padre nació en Jiichu'oulu cerca de Nazaret(wüimpümüin, Guajira occidental, Departamento de la Guajira,  nací en el corazón de la ciudad de Maracaibo,Venezuela.
Mi nombre es Gloria Jusayu, tengo 45 años de edad. Soy activista social indígena desde hace mas de 20 años.
 Conocí a la directora Patricia Ortega a través del largometraje documental KATA O'U O'UTA (VIVIR-MORIR) como asesora y productora de campo. Participé en este documental, preocupada por tantas realidades que sufrimos los pueblos indígenas que hemos sido y seguimos desplazados de nuestros territorios por intereses de los estados, de gobiernos ,demilitares, de guerrillas, de paramilitares, del narcotráfico, de imposiciones de religiones de más de 500 años taladrando mentes para salir a la " civilización".

 ¿Quién se ha preocupado por contar sobre las torturas y desapariciones de comunidades indígenas en nuestro Continente? La respuesta es dura: ¡Nadie!
La impunidad ha ganado, lo más grave: para la mayoría, estos grupos indígenas ni siquiera existen. O lo peor, no son importantes.

 Pero hoy en día, nosotros, junto a una nueva generación de indígenas y aliados alijunas (no indígenas), sensibles, comprometidos, queremos narrar, a través de la investigación y la recreación audiovisual, las más dolorosas situaciones que hayan vivido nuestras comunidades. Igualmente queremos resaltar la belleza de la espiritualidad, los valores que hacen que amenos a nuestras tierras por encima de cualquier maldad.
Sobre la masacre de Bahía de Portete, en Venezuela, en mi región (El Estado Zulia) fuimos los comunicadores waiú y alijuna, los que investigamos y recibimos a algunos desplazados que llegaron a un barrio en el oeste de la ciudad de Maracaibo, y mis colegas periodistas, todos los días escribían grandes reportajes sobre esta desgracia que entristeció y marcó al pueblo waiú.
Nos acercamos a estos hermanos y le hablamos de nuestro documental:VIVIR –MORIR, invitándolos a participar y a compartir sus experiencias, y ellos muy gustosamente aceptaron, les pareció excelente esa iniciativa de hacer conocer el hecho horroroso que vivieron. Cuando el documental estuvo listo y pudieron apreciarlo dijeron:“ojalá esto llegue lejos y se conozca la maldad que nos hicieron” Y así fue, pues KATAA-OU OUTA FUE LA INSPIRACIPÓN QUE DIO ORIGEN AL LARGOMETRAJE DE FICCIÓN “EL REGRESO”.
Patricia Ortega, ya tenía documentos en sus manos sobre Portete, a través de testimonios,reportajes, entrevistas en los medios impresos como los diarios: Panorama y La Verdad. Estando yo en una organización de mujeres binacional wayuu, conocí por primera vez a las hermanas waiù Telemina Barros y Débora Barros, abogadas que lideran las denuncias sobre los hechos acontecidos en Portete en Colombia y a nivel internacional.
En ese momento nosotras las waiù del lado venezolano quisimos también que narraran esos testimonios en las comunidades y en espacios de encuentros masivos como las universidades. Ellas formaron parte de esta organización de mujeres waiù junto a nosotras las waiù del lado venezolano. Fue grato conocerlas y tenerlas tan cerca, era nuestra oportunidad de entender más sobre la masacre ya que ellas socializaron y socializan la denuncia.
Le comenté personalmente a las hermanas Barrosde película de ficción “El REGRESO”.Les informé que yo era la productora de este film, que estábamos en plena preproducción de la obra y que Patricia Ortega, la directora, deseaba reunirse con ellas para hablarles de éste proyecto audiovisual.Las llamé varias veces por teléfono, preguntándoles cuándo nos podían atender o atenderme para comentarles sobre el pronto rodaje y hasta les pedí participar en el encuentro que se realiza allá en Portete(YANAMA), pues nuestro propósito era invitarlas a que participaran en él. Pero nunca me dieron una audiencia o un espacio. Siempre me decían:Gloria es que mañana o la próxima semana me voy de viaje para Bogotá o para Europa o para Estados Unidos” …
Yo le informaba a la directora que lamentablemente, no había podido establecer contacto con las hermanas Barros. Mi última insistencia se llevó a cabo, cuando fui a buscar el informe:“Masacre de Bahía Portete, mujeres wayuu en la mira”, en su presentación realizada en la Casa de Cultura de Riohacha.Debí pernoctar en el hogar de la señora Carmen Fince, Madre de Telemina y Débora Barros, nuevamente intenté conversar con ellas y la respuesta fue indiferencia, les informé sobre el rodaje de la película EL REGRESO, pero las hermanas no mostraron interés al respecto. Me devolví a Maracaibo decepcionada, por no contar con su atención o apoyo para esta obra audiovisual, porque esa masacre no es sólo de un grupo de personas ajenas, es de todos nosotros, los waiù sensibles, que tenemos años caminando en la socialización de la persistencia de nuestra identidad, de nuestra espiritualidad y de nuestros territorios acechados, penetrados, humillados desde las armas.

 Entonces ahora, me sorprende leer unas notas como estas:
Que esta comunidad no fue consultada antes de filmar la película ni
durante su producción. Dicen que la vieron a través de otras fuentes y
no de tu persona. Esto alude a la vulneración del Derecho a Consulta,
expresado en las constituciones y documentos jurídicos que amparan a las
comunidades indígenas”.


 Que la película puede afectar su proceso de retorno y de reparación
integral de las víctimas, que están adelantando ahora”.

*Que la película puede causar estigmatización en la comunidad y
afectación psicológica”

*Que la gente de Portete no quiere recordar tan crueles sucesos y la
película muestra escenas muy fuertes”.

* Rechazan expresamente el auspicio de ACNUR a la película” (Frases citadas por ACNUR VENEZUELA, de una denuncia recibida y por la cual esta institución retiró su apoyo al film de manera abrupta)

 me sentí muy mal e indignada al leer esto.

busqué el contacto ético y responsable con esta líderes, como enlace vital como productora de la película EL REGRESO, para trabajar en conjunto y en colectivo, al no recibir interés ni respuesta, nos dispusimos a trabajar con las comunidades que si apoyan y siguen apoyando este proyecto, hecho desde la honestidad.
soy una waiù como estas hermanas líderes, por eso me asombra que afirmen que no fueron consultadas, cuando realmente si se hizo un contacto con ellas, y fueron ellas las que no tuvieron el tiempo ni el espacio para concretar una alianza.

La mayoría de los waiù han expresado su satisfacción ante esta película EL REGRESO, porque al fin se va ver una ficción sobre sucesos que pasan en comunidades indígenas. Para no olvidar, para dejar a un lado la impunidad, no sólo yo, sino más de 30 hermanos waiú trabajaron como actores y actrices en este film, entregados a expresar su amor y compromiso con nuestro pueblo.
Me extraña que en estos momentos Las hermanas Barros, no me han escrito, pidiéndome explicaciones o alguna información. Ellas me conocen, somos hermanas, y desde el equipo de producción siempre hemos estado abiertos a la conversación.

 La película EL REGRESO ya está terminada, y las invitamos a ellas y a todos, para que la disfrutemos y reflexionemos junto a ella en colectivo.

ANASÜSA WACHAJALE JUKUA’IPA TÜ WANTANAJIRRAIN TAWALAYUIRRUA JUCHIRRUA TU ALATAKA “

PIENSO QUE ES PREFERIBLE BUSCAR LA MANERA DE ENCONTRARNOS A TRAVES DE LO SUCEDIDO

 GLORIA JUSAYU

Activista indígena, Periodista y realizadora
Maracaibo, miércoles 3 de julio de 2013

viernes, 4 de abril de 2014




El subestimado WAYUUNAIKI
Ilustración: Jaime Ortega
sábado 29 de marzo de 2014 09:30 AM
panored@panodi.com / César Bracamonte
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Cada dos semanas muere una lengua en el mundo, según la Unesco. La lengua de los wayuu sigue en pie y sin complejo. El sociólogo, poeta y antropólogo wayuu José Ángel Fernández sostiene que es una fuente digna de muchos saberes, tan fuerte que aún existe: milenaria, sesgada, cercenada y mutilada.
César Bracamonte
El wayuunaiki es una lengua viva. Es la más hablada en América del Sur y la de mayor praxis en las poblaciones indígena de Colombia y Venezuela a pesar de representar solo el 3% para ambas naciones. Ha sobrevivido, ha logrado sobreponerse, levantarse y continuar legando la cultura de tiempos ancestrales: el rito, la memoria, la cosmovisión cultural de una etnia trasplantada de una generación a otra a través del lenguaje.
En estadísticas generales, cada 16 días muere una lengua en el mundo; no es el caso del wayuunaiki, que con sus debilidades remotas, desde la colonización hasta estos días, es la lengua hablada de manera natural en el departamento de la Guajira en Colombia y el municipio Guajira de Venezuela. El carácter matrilineal de sus costumbres y su sociedad es, sin duda, una de las fortalezas para que esta lengua o código comunicacional se haya mantenido vivo hasta ahora.
Fue una lengua ágrafa, de señales y sensibilidad, de muchos rencores acaecidos por la intimidación española. Sin embargo, hoy, sus más grandes amenazas están dentro de ella misma, la vergüenza étnica y la diáspora de los pueblos originarios son algunas de las más relevantes, a esto debemos sumarle el poco interés del estado de construir políticas de inclusión y desarrollo frente a una globalización que ha venido arropando el continente desde finales del siglo pasado.
La lengua wayuu pertenece a la filiación lingüística Arawaca Omaipure, es minoritaria frente al español en Venezuela, a diferencia de casos como el de México que representa el 40% y en Centroamérica un 38%, la región vive desequilibrios ancestrales donde se ha buscado otro idioma como espacios para la prosperidad del mismo por parte de estos pueblos marginados por el desarrollo y la dimensionalidad académica apoyada en un solo flanco. El alijuna.
Para el sociólogo, poeta y antropólogo wayuu José Ángel Fernández, su lengua no es cualquiera. Y menos cuando se habla de una que es aglutinante, colectiva y de una fuerza interna salobre como el sonido de cada vocal: “Guaxira —dice—” y se acomoda en la silla como para iniciar una clase magistral dentro del recinto universitario donde es docente. Hoy le toca aquí, en una plaza a cielo abierto hablar de su más grande amor, después de sus hijos y su mujer: la lengua wayuu.
Antüshi pia (bienvenido) me dice, como si llevara horas esperándome, me invita a sentarme y me dice que será breve. “Primero: el wayuu, no se considera guajiro, este último es una atribución y el wayuu es una autodenominación, este de por sí, se ve expresado como un colectivo, un pueblo con la conciencia de una sociedad de convivencia y participación enraizada a sus costumbres más antiguas y compactas de riguroso arraigo”.
“Muchos han sido los intentos de indagar sobre este idioma y la cultura wayuu, al principio quienes escribieron y reflexionaron sobre su lengua no fueron ellos: los colonos, los invasores y la iglesia, fueron los primeros en interesarse, más tarde llegaría Juan de Castellano a meter las narices en la tan intrincada forma de comunicarnos. Muchos intereses rondaban como hoy estas tierras y, en términos amistosos digamos que fue curiosidad, para no ofender a nadie, aunque ya todos conocemos la historia”, argumenta el sociólogo dándole vueltas al bolígrafo que observa en su mano derecha.
“Más tarde —me interpela— vino el Instituto Lingüístico de Verano de los Estados Unidos, al principio dijo que era con el propósito de evangelizar, cosa que a medias logró la inquisición española, años más tarde se darían por vencidos y se sabría que sus intenciones eran otras. Hoy estudian esta lengua, aguas afuera, en Europa y Estados Unidos. Los wayuu no les aportaron mucho. Hay que ir un poco más atrás, la estructura de parentesco wayuu es matrilineal, asumido como un grande colectivo. Los filólogos pasaron eso por alto y sin conocer nuestra cosmovisión es muy difícil llegar al vórtice de un asunto cultural tan complejo y profundo como este”, afirma.
“Kasachiki hnojotsü (no hay novedad) —continúa— la lengua empieza a tomar forma con la hidalguía y profundidad de Esteban Emilio Lonzaño que diseña el Alfabeto de Lenguas Indígenas de Venezuela (Aliv), pero quizá nada hubiese tenido la relevancia sin la presencia invaluable de Miguel Ángel Jusayú. Invidente desde los nueve años, considerado un desecho por su familia, mendigo y genio, desertó de la universidad en Colombia para venir a enseñar Braille a sus hermanos de raza en el sopor de la Guajira. Jusayú se fue a la fuente primigenia, fue a indagar con los ancianos, perfeccionó la lengua, fue el artífice; su obra Ni era vaca ni era caballo, es solo un ápice de la genialidad de este wayuu. Más tarde Ramón Paz Ipuana complementaría el trabajo”, asegura Fernández mientras apura su café.
“Debilidades hay muchas, el wayuu al igual que cualquiera latinoamericano se ha visto seducido por las vagas necesidades del sistema, éste emigra a las grandes ciudades y va atenuando su lengua, en el éxodo se hacen analfabetas funcionales, sin conocer a profundidad sus raíces e ignorando por completo a lo que se enfrenta, a una realidad adversa y ajena a su identidad. Nada hacemos cuando no hay un diálogo apropiado, la interculturalidad marcha por un rumbo que se bifurca, la alteridad y la confraternidad no tiene concordancia con la oferta académica a los pueblos originarios”, apunta Fernández.
“Por otro lado –—afirma el sociólogo— mientras el Estado esté de espaldas, la estrategia pedagógica no está a la par de otras latitudes como México, ellos entendieron hace algunos años atrás que habían muchos conocimientos escondidos en la lengua indígena y por eso se internaron en la búsqueda ellos”. Anayaahiije’e jaya (cómo están ustedes) saluda a quienes pasan a su lado, antes de continuar. “Las lenguas no deben ser Torres de Babel, sino fuentes de beber —acusa— de beber conocimientos, historia, ciencia, tecnología y la cosmovisión de ellas, asirse a lo que debió ser, fue lo primero que debieron haber hecho, en este momento, nuestras realidades culturales serían otras, puestos que hay muchos conocimientos”.
“Estos —dice— siguen escondidos en los dialectos originarios, buscar la etimología debió ser la punta de lanza para el desarrollo de nuestras naciones. Waya (nosotros) pudimos haber aportado ese ingrediente que aún se anda buscando, imagínense seis Miguel Ángel Jusayú, aportando y extrayendo de esas lenguas, pudimos haber hecho más y no lo hicimos”. E’ rajiaajeena watta’a (nos vemos mañana) se despide José Ángel de alguien que le saluda por la espalda, mientras me hace ahínco en que debemos trabajar más a fondo en el tema como país, como sistema y como un gran colectivo.
“El wayuu, argumenta, es una lengua importante, yo diría que muy importante, pero hemos sido subestimados, Galeano lo ha explicado mejor en su obra Las venas abiertas de América Latina, yo pienso que seguimos sometidos, sin embargo, nuestra lengua es una fuente digna de muchos saberes, tan fuerte que aún existe: milenaria, sesgada, cercenada y mutilada como a muchos de mis ancestros en la invasión española, sigue en pie, sin complejos. Hoy, debe haber un diálogo de igual a igual, con las otras lenguas, debe haber alteridad, no debemos distanciar, un diálogo de saberes por racismo, ni por otra índole. Somos parte.