sábado, 4 de marzo de 2017

de Cine Indígena: la historia de un pueblo contada por el pueblo


La directora y actriz Zahy Guajajara, protagonista de 'Zahy - Una Fábula sobre el Maracaná'.


Repase la cartelera de cualquier ciudad, durante cualquier semana y verá que, en la mayoría más aplastante de las veces, el cine es cosa de hombres y de blancos. Las voces femeninas y de grupos marginados, como los pueblos indígenas –que solo en Brasil suman 305 etnias–, suelen quedarse fuera de las salas comerciales. La Bienal de Cine Indígena, que tiene lugar en São Paulo del 7 al 12 de octubre, pretende modificar esa realidad con la exhibición de 53 películas realizadas por cineastas indígenas, 11 de ellos mujeres
La muestra, cuya primera edición tuvo lugar hace dos años bajo el nombre de Aldea SP, se ha convertido en una bienal. Ideada por el líder indígena Ailton Krenak, pretende presentar propuestas diferentes a las del cine tradicional, reforzar la importancia de películas que recojan el discurso de sus realizadores, a la sazón representantes de culturas ancestrales, y revelar las circunstancias en las que viven estas personas. "Están acostumbrados a otro cine, uno trascendental. Ven imágenes que no están controladas. Es una forma de mirar rebelde", define Krenak.
Para el festival se han seleccionado vídeos musicales, filmes de ficción y documentales realizados, todos realizados en los últimos seis años y de diferentes extensiones. Muchos tienen subtítulos en portugués y reivindican temas, historias y personajes olvidados a lo largo del tiempo, algo que los reviste de una urgencia permanente. "Son películas que se podrán ver dentro de 500 años, porque, al fin y al cabo, hablan de un asalto que se produjo hace 500 años", opina Ailton Krenak, que coordina el evento. También explotan la idea de que el cine es un arte colectivo, ya que, en estas comunidades, la cooperación es un valor que se sobrepone a la competición. Precisamente por este motivo, los guaraníes-kaiowá no suelen participar en los festivales de cine tradicionales.
Cuentan los comisarios del proyecto que otro de los puntos fuertes de esta edición es el protagonismo femenino, tanto detrás como delante de las cámaras. "Las mujeres ocupan un espacio mayor en el cine indígenas porque la conquista de su independencia se ha producido en las aldeas y su protagonismo en el movimiento indígena se ha vuelto mayor", afirma Rodrigo Arajeju. Para Pedro Portella, "rompen con el prejuicio de que las mujeres no pueden hacer cine porque tienen que cuidar de la casa y los hijos".
Prueba de ello es el documental Não gosta de fazer, mas gosta de comer(literalmente, No te gusta trabajar, pero te gusta comer), de Maria Cidilene Basílio –de la etnia tucano– y Alcilane Melgueiro Brazão –de la etnia baré–. A los 27 años, Alcilane cogió una cámara por primera vez para plasmar durante una semana de trabajo en la vida de doña Irene, de 58 años, en el campo de la comunidad de Santo Antônio, a 405 kilómetros de Manaos. El resultado es una sentida crónica sobre el método de plantación original de los pueblos del Alto Río Negro, en el extremo norte del Amazonas. "Doña Irene solo sabía hablar ñe'engatu. Su nieta se reía de ella diciendo que solo iría al campo si su abuela no hablaba en esa lengua. Fue entonces cuando le respondí: 'No te gusta trabajar, pero te gusta comer'. Decidimos dar ese título a la película", según le contó Alcilene a Amazônia Real, una agencia de noticias independiente que trata sobre cuestiones de la Amazonia y sus habitantes.
No hay una estética única que abarque toda la producción de la bienal. Para Pedro Portella, los lenguajes son variados y los métodos también, y solo los une la simpleza de los equipos (muchas películas se filmaron con teléfono móvil). "Los kayapó, los maxakali y los yanomami no editan mucho su material, prefieren secuencias largas. Sin embargo, a los baré les gusta hacer más cortes, hacer montajes con trocitos más cortos. Los guaraníes-kaiowá y los tikuna hacen videoclips. Los primeros, incluso, cantando hip-hop, que es una extensión de su lucha por la tierra", relató el curador a la agencia de noticias.



Además de dar visibilidad a las películas, otra ventaja de una muestra 100% indígena es que sirve de plataforma para las peticiones específicas de los grupos, como las ayudas públicas a la producción. “Aunque Ancine [la Agencia Nacional de Cine, principal órgano de fomento de la producción cinematográfica del país], tenga una producción importante, no ha movido ni un dedo para la producción audiovisual indígena. Tampoco permite que productoras y asociaciones indígenas registren sus películas con el Certificado de Producto Brasileño (CPB), lo que posibilita la proyección de las películas en el cine o en la televisión abierta. Por eso, la producción audiovisual indígena todavía es marginal, sobrevive sin los millones de esta agencia que prefiere una visión publicitaria y poco comunitaria”, criticó Portella a la agencia Amazônia Real.
No hay estética que explique toda la producción indígena reciente. Los lenguajes son diversos, como los métodos
Caura TV

GLORIA JUSAYU

Libro de Miguel Angel Jusayú en lengua wayuu


Venezuela es una nación multicultural y multilingüe; en su territorio existen diversas culturas e idiomas, muchas de ellas provenientes de tiempos ancestrales y que han sobrevivido gracias a la tradición oral y, hay que reconocerlo, al esfuerzo de varias instituciones culturales que se han encargado de conservarlas y darlas a conocer a las nuevas generaciones. Entre estas instituciones está Monte Ávila Editores Latinoamericana, con iniciativas como la colección ‘Warairarepano’, la cual busca captar las múltiples dimensiones de las literaturas indígenas nacionales y que, a propósito del Día del Niño, presentó el pasado domingo su nuevo tomo ‘Kane´wa. El árbol que daba sed.
Con la narración original del investigador de la etnia wayúu, Miguel Ángel Jusayú, e ilustrado por el artista plástico Oswaldo Rosales, el libro rescata en coloridas 35 páginas y en idioma español y ‘wayuunaiki’ (lengua wayúu) un popular relato de la tradición oral indígena rescatada, ofreciendo a los nuevos lectores contemporáneos la explicación de uno de los tabúes de la etnia wayúu: el consumo de mamón.
La historia, narrada de forma que sea muy fácil de entender, ofrece una atmósfera mitológica: cuenta la leyenda de un cazador que se ve agobiado, en la mitad del bosque, por la carencia de agua para beber. En su agonía suplicó al mundo poder obtener un poder sobrenatural para no morir solo, alejado de sus seres queridos. Y la providencia respondió: el hombre se convirtió en un frondoso árbol de mamón y las presas que llevaba consigo, producto de su cacería, se transformaron en frutos.
La leyenda es la génesis de la creencia wayúu de que el mamón tiene un misterioso poder y que, si de niño se comen mucho sus frutos, es seguro que cuando se crezca se sufra a menudo de sed, como le ocurrió a aquel hombre cuando cazaba en el monte. Una prohibición anteriormente muy respetada en la Alta Guajira, al extremo norte de la península, donde escasea el agua dulce y es posible morir de deshidratación.
Vale destacar la labor de Miguel Ángel Jusayú en pro de la promoción de la cultura guajira. Nacido en Jiichiwo´ulu (alta Guajira) en 1933, perdió la vista a los 9 años de edad, a consecuencia de una enfermedad. En 1950, ingresó al Instituto Venezolano de Ciegos, en Caracas, para iniciar estudios de educación primaria, los cuales culminó exitosamente en 1956. Dos años después, se convirtió en el primer maestro de la enseñanza del código de lecto-escritura Braille, en Maracaibo.
Desde entonces, el autor ha dedicado la mayor parte de su vida a la investigación y promoción del idioma y la literatura de su pueblo wayúu, trabajo que se ve reflejado en este libro que ofrece a la nueva generación de lectores una forma accesible a las ediciones bilingües de libros de tradición indígena, en búsqueda de la puesta en vigencia, promoción, difusión y conservación activa de la cultura tradicional de las étnias aborígenes, su tradiciones orales y sus creaciones literarias.


Mas información:
http://www.elmundo.com.ve/cultura/default20050720.asp

DESPUES DE TODO LOS VAN VAN JUAN FORMELL