miércoles, 29 de abril de 2015

Se muere la cuenca del Caura del Orinoco

22/04/2015 
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AUTOR: ADRIANA BOCCALON
 
 
 
Pillaje, corrupción e impunidad son los tres principales males del sistema de minería ilegal en la cuenca del Caura del Orinoco, donde la pérdida de biodiversidad acusa un llamado de alerta.  De acuerdo a la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura( FAO),  el país pierde al año 300 mil hectáreas de bosque elevando en un 50% sus emisiones de CO2, La zona por el mercurio y la explotación maderera se está muriendo
En víspera del ocaso zarpa la curiara del puerto de Maripa para comenzar a descontar los 220 kilómetros de navegación contracorriente que lo separan de la comunidad indígena de El Playón. Entretanto, se sortean pesadillas por la habitual lluvia a cántaros que alborota los raudales y por la proximidad de un firmamento eclipsado, apenas a ratos inspirado por chispas luminosas escoltadas de estallidos sonoros que denotan supremacía y destronan al humano de su pedestal. Las voluntades a bordo, aunque atrevidas y retadoras, estimulan el silencio ante la aparente infinitud de lo desconocido. El aroma a vegetación húmeda y frutos cítricos alientan el olfato, mientras en el intrincado bosque ribereño se revelan antojosas siluetas de ojos brillantes trajeadas invariablemente de oscuro, cuyas voces onomatopéyicas acusan un dilatado repertorio de vida animal.
En medio de un lóbrego atardecer, el lazarillo, entusiasmado por un jugoso fajo de billetes como rédito a su hazaña, navega atento al rigor que impone el caudaloso río Caura y al exhausto traqueteo del motor de la embarcación. A bordo viajan mineros portando insumos para sobrevivir en toscos campamentos instalados sobre espacios intoxicados, saqueados, hartos de drogas, alcohol y prostitutas, pero también colmados de oro. Hasta El Playón es navegable el río Caura en la parte baja de la cuenca. Para alcanzar la comunidad de Las Pavas, donde el cauce permite retomar el cabotaje aguas arribas, es de rigor echar a andar 6 kilómetros a través de una jungla repleta de altibajos, por donde transitan a pie turistas, mineros, soldados e indígenas. En el trayecto es usual tropezar con militares y nativos cargando a cuestas fatigosos bultos que además incluyen curiaras, motores y bidones de combustible. Para el viajero ocasional, aquel sin licencia para hurgar mas allá, la excursión culmina al final de esta breve expedición, justo frente a la imponente caída de agua que pone límite entre bajo y alto Caura: el Kuyuwishodü o Salto Para, donde la sesión fotográfica para inmortalizar las memorias es ritual obligado.
En este punto se agotan romance y poesía. Bajando desde el mirador del Salto Para se avista la comunidad de Las Pavas, la primera del alto Caura, punto de partida hacia Fijiriña y Yuruani, los campamentos mineros más críticos de la zona donde explotadores de “bullas” destierran el oro enfrentando pleitos, saboteo, enfermedades, desolación y el empeño de los fusiles de la Guardia Nacional Bolivariana. Efectivos militares ceñidos al Plan Caura han protagonizado en los últimos años batallas intermitentes para zanjar el flagelo de la explotación ilegal de minerales, apostando al desalojo definitivo de advenedizos que no se rinden. Al militar se le tacha de “cobrador de vacuna”, mientras al minero se le señala por comprar voluntades uniformadas, seducir indígenas y amenazar a científicos que advierten sobre la pérdida de ecosistemas y servicios ambientales.
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Más allá del delito por estafa a la Nación, el aprovechamiento de bienes naturales con métodos nada ortodoxos supone trastorno ecológico irreversible en espacios jurídicamente protegidos sobre la cuenca del Caura, localizada en el sector occidental del estado Bolívar. Su superficie, 45.336 Km2, representa el 5% del territorio nacional, y es hábitat del 17% del género florístico del país, más de 32% de la fauna nacional y 88,3% de las plantas endémicas registradas en la Guayana venezolana. Reportes científicos ya señalan especies de flora y fauna en riesgo de extinción, así como severa afectación de comunidades humanas asentadas en la región. La extracción ilegal de madera y minerales, con procedimientos que promueven la deforestación y envenenan las aguas de los ríos con mercurio, agota la resistencia de un sistema natural que no es ni estático ni invulnerable. El río Caura, a lo largo de sus 725 kilómetros, arrastra consigo la pesada carga del malsano proceder del hombre. La huella perversa del intruso ha comenzado a impactar la cuenca, nuestra última frontera forestal y una de las más importantes para preservar la vida en el planeta, según el Instituto de Recursos Mundiales.
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Librar a la selva de la minería ilegal
En 2010, el gobierno implementó la segunda fase del Plan Caura para desmantelar mafias del oro, erradicar actividad ilegal en territorios de alto valor ecológico y abordar recuperación y saneamiento ambiental en los yacimientos mineros de los estados Bolívar, Amazonas y Delta Amacuro. En el papel, la propuesta cuenta con apoyo de efectivos militares, policiales, judiciales, ministerios del Poder Popular para la Defensa, Interior y Justicia, Agricultura y Tierras, Ambiente, gobernaciones, alcaldías, consejos comunales y pueblos indígenas. Además, responde a la intención del Ejecutivo. Por ejemplo, Chávez en su campaña electoral de 1999 dijo: “si para sacar el oro hay que acabar con el bosque, entonces me quedo con el bosque”. Vana ilusión, pues a pesar de los buenos propósitos y de la violencia con la que se ha abordado el “Plan Caura”, los mineros, nómadas al fin, salen de una mina para apostarse en alguna otra, decididos a no renunciar al oficio mientras puedan abultar bolsillos en bien simulados rostros de corrupción. En la zona destacan tres alcabalas militares. La primera apostada en Jabillal, última comunidad criolla a orillas del río en el bajo Caura, concentra efectivos del Ejército, Marina y Guardia Nacional. En El Playón y Las Pavas se sitúan sendos regimientos con soldados.
DAVID GARCÍA NIÑO:
“Mucha corrupción y pocos recursos”
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Corrupción generalizada y recursos limitados no es precisamente la dupla idónea para combatir extracción ilegal de madera y minerales, trata de blancas, tráfico de drogas y contrabando de combustible. “La minería destructiva está controlada por mafias de brasileros y colombianos subsidiados por grupos que proporcionan los medios financieros, delincuentes de cuello blanco difíciles de aplastar. El 99% de los funcionarios de la Policía del estado Bolívar son corruptos, y algo debe estar ocurriendo en el sistema judicial, pues hasta la fecha no hay un caso nuestro procesado en Fiscalía. Además, la plataforma logística del sistema de minería ilegal está en manos de la familia Guillén, de Maripa, que compra el oro de las minas para revenderlo en el Paseo Meneses de Ciudad Bolívar. Lo peor es que todo esto ocurre con el apoyo de altos personeros, algunos del gobierno, cuya ubicación y nombres me reservo”, declara David García Niño, comandante del Ejército al frente del 532 Batallón de Infantería de Selva Teniente Alberto José Carregal Cruz con sede en Maripa, Municipio Sucre del estado Bolívar.
García Niño añade que a la extendida corrupción se suman los “inexplicablemente” limitados recursos para ejecutar el Plan Caura. “El año  2011  estuvimos internados en la selva desde el 29 de junio hasta el 15 de julio. Destruí 27 campamentos mineros ¡Les quemé todo! Pero allá están instalados otra vez. Deben quedar unos 200, tal vez 300. Permanecer en el sitio sería lo ideal, pero no tengo ni infraestructura para el resguardo de mis oficiales ni aeronave para sobrevolar la zona de forma permanente”.
El comandante está curtido de amenazas de muerte. “Sé que por ahí tienen sicarios contratados para matarme, pero a mí no me importa porque estoy muy bien armado…” A nadie, menos en esta posición de suprema responsabilidad, le hace gracia ser apuntado en negativo. Sin embargo, alrededor de su figura se tejen historias turbias que lo señalan como beneficiario de “vacunas”, y artífice de decomiso y posterior venta de combustible a favor de su bolsillo. Ante semejante distinción, se defiende: “Primero, ni yo ni mis oficiales cobramos vacuna o como se llame eso, y con respecto a lo segundo, pues será de noche y escondido…”. 
CARMEN LEDEZMA
“Si he de morir en las minas, moriré”
“García Niño, con su ‘Operación rastrillo’, tiene más de 30 muertos encima, pero nadie lo denuncia por miedo. Ese maneja un contrabando bien feo con la gasolina. La decomisa y después la vende. Además, sus militares no pelan una vacuna. Entre ellos se reparten la cochina, pero quien se lleva la mayor parte es él. Esos militares llegan preguntando: ‘¿Hubo pacto con la tierra? Entonces echen pa’cá 200 gramas de oro’. Imagínate, un platal. A veces se presentan y cobran enseguida, otras nos dejan entrar a las minas con la condición de que ‘si hay pacto con la tierra’, se les pague a la salida. Tremendo patuque. Y, por cierto, otro que está bien empaquetado es el Rangel Gómez, ex gobernador del estado Bolívar. ¡Ay, si Chávez hubiese sabido que estaba al frente de la peor mafia!…”, desmadeja Carmen Ledezma, una minera de la zona.
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Carmen, temeraria, ha pasado más de la mitad de su vida en las minas. Adolescente, aprendió el oficio por los lados de La Paragua mientras vendía ropa, medicinas y alimentos. Ahora, en el alto Caura, trabaja los “cortes” hasta conseguir un puñado de oro que vende en Maripa a “compradores legales con Rif y Nit. Ella reconoce que el oficio es arriesgado, en ocasiones ingrato, y daña el ambiente, pero se niega rotundamente a abandonarlo. “No y no, y mientras pueda meter más gente allá lo haré a pesar de las fechorías de colombianos y brasileros. Cualquier cosa con tal de impedir que el gobierno le entregue a los chinos las concesiones para explotar oro, diamantes, uranio y otros materiales, mientras a los venezolanos nos tratan de aniquilar como si fuéramos perros rabiosos… Yo misma fui víctima de secuestro en las minas. Esos bichos —los militares— me dejaron amarrada porque me iban a quemar, pero como no conocen bien la zona se perdieron en la montaña. Al final me rescató un indígena que trabaja con un brasilero. Esos extranjeros son de lo peor, pero cuando estamos en problemas ayudan”.
Sobre los intríngulis del oficio, relata que sube de Maripa a El Playón junto a 10 compañeros, equipos e insumos, repartidos en dos curiaras. El kilo de mercurio cuesta más de 3 mil y una pimpina con 70 litros de gasolina ronda los 2 mil. El caleteo hasta Las Pavas depende de la tarifa del Sanema, nativo que, a pesar de su baja estatura, tiene fortaleza corporal admirable y se presta para la tarea a cambio de mejor dinero del que recibiría como guía turístico. “Todos los indígenas son mineros porque si no ya estuvieran muertitos de hambre”, sentencia Carmen. En la selva no circula efectivo. Todo se levanta a punta de trueque y el único “fiao” que vale es el de la vacuna. “Por una grama de oro compras 3 o 4 kilos de harina PAN, arroz o espagueti, mientras las putas, por un ratico, les quitan a los mineros entre 5 y 10 gramas”.
Hierve el escenario
“Entre intereses políticos y aval militar, ni el “Plan Caura” ha conseguido desalojar a los mineros ilegales instalados en la zona desde 2006”, dice Ramón Tomedes, líder indígena reconocido por defender cultura y territorio de comunidades del alto Caura. Soporta su delación agregando: “Cómo se explica que pasen 20 mil litros de combustible de contrabando por tres alcabalas militares, y nadie haga nada, mientras al legal lo requisan, lo intimidan, y a veces le decomisan el producto”. Sobre la participación de indígenas en la actividad minera, defiende a los suyos señalando “…si más bien vivimos amenazados por denunciar el daño ambiental”.
Diferente opinión tiene Luis Sosa Silva, dueño del campamento turístico Las Cocuizas sobre el río Caura. Él asegura: “Ya no hay indígenas contra mineros. Directa o indirectamente todos trabajan para ellos porque les es mucho más rentable”. Y sobre los rumores que se tejen en torno a la laxa actitud militar, afirma que “en la alcabala de Jabillal la vacuna se cobra solo en efectivo, mientras en las otras dos se negocia con oro a la salida de la mina. Sé que no tienen precio fijo, porque por allí se la pasa un Teniente que dice ‘yo no soy tan malo así, acepto lo que tengan por allí…’”.
Félix Daza aporta valor agregado al tema compartiendo una vivencia personal. “Tras la arremetida de mafias mineras a partir de 2006, me vi forzado a renunciar a Wildlife Conservation Society dejando atrás el programa de educación ambiental en comunidades criollas e indígenas y los estudios de ictiología en el bajo Caura —que ya arrojaban resultados preocupantes. Durante años lideré proyectos financiados por esta ONG, hasta que mineros amenazaron repetidamente con quemar mi casa en Maripa. Para ellos, cualquier ecologista o investigador es un ‘pajúo’, un enemigo. Desde entonces hay poca investigación y gran vacío de información”. En torno a la conchupancia indígena/minero, opina que es el desempleo el factor clave que coloca al aborigen en las gradas de la ilegalidad.
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Daños irreversibles
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“Aproximadamente, 15% de la cuenca del Caura, en su punto de confluencia con el río Orinoco, ha sido intervenida y modificada a tal nivel que su recuperación es prácticamente irreversible”, sentencia Julio César Centeno, PhD en Estudios Forestales. Advierte que, aunque la mitad de la cuenca está jurídicamente protegida bajo la figura de Áreas Bajo Régimen de Administración Especial, la minería y explotación maderera se practican allí de manera ilegal en complicidad con autoridades encargadas de velar por cumplimiento de leyes y reglamentos. Según cifras de la FAO, el país pierde al año 300 mil hectáreas de bosque elevando en un 50% sus emisiones de CO2, detonante del cambio climático. “Durante más de 40 años, en Venezuela los bosques han sido explotados eliminando vetas de maderas preciosas, más allá de su capacidad de generación. Urge implementar medidas correctivas para preservar la cuenca del Caura, cuya superficie está cubierta en un 85% por selvas tropicales relativamente prístinas, para evitar que corra la misma suerte de lotes boscosos y reservas forestales como Turén, San Francisco, Socopó, Ticoporo, Caparo, San Camilo, severamente intervenidas y con escasas probabilidades de sobrevivir”, agrega Centeno. El experto, por otra parte, no desestima la propuesta de cambio de figura jurídica de Reserva Forestal a Parque Nacional Caura. “Esto no conduciría necesariamente a la erradicación de las actividades depredadores en la región, a menos que tanto poder ejecutivo como legislativo garanticen los recursos necesarios para su manejo efectivo, que en total suman más de 2 mil millones de dólares para los próximos 20 años”.
Tierra protegida, tierra violentada
“El paso de Reserva Forestal a Parque Nacional no cambiará las cosas. Ambas figuras —que dan jurídicamente protección a esos espacios— seguirían expuestas a las agresiones de una actividad a la que no se le ha puesto control o se ha tratado con lenidad; tal vez se desconoce la gravedad del problema o quizás se tolera con fines demagógicos”, así opina Humberto Silva Cubillán, General (R) de Brigada de la Guardia Nacional y especialista en Derecho Ambiental. En los 90´s fue director de la Guardería Ambiental y jefe del Comando Regional N°8, con jurisdicción en Bolívar, Delta Amacuro y parte de Monagas. Como militar, asegura que “corrupción y política son ingredientes que subyacen tras la minería ilegal, fenómeno difícil de controlar por la inmensidad del territorio y los siempre exiguos recursos logísticos y operacionales”. Trajeado de jurista, Silva Cubillán concluye con una sentencia pavorosa. “La cuenca del Caura, con su Reserva Forestal, es la dolorosa realidad de un país donde las leyes, allí la Penal del Ambiente, no pasan de ser más que parte de un arsenal interminable de normas y reglamentos que no se cumplen”. Sobre las penalidades previstas, multas y privación de libertad contra quienes cometan crímenes ambientales, apenas atina a comentar: “…Tanto como irrisorias, desconocemos si han sido aplicadas en alguna ocasión”.
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lunes, 20 de abril de 2015

Colombia: El abrazo de la serpiente amazónica

- Con su nueva película “El abrazo de la serpiente”, el cineasta Ciro Guerra intenta reivindicar la grandeza de la Amazonía desde la visión indígena en una época muy cruda como la explotación del caucho. El estreno será el jueves 7 de mayo en cines colombianos.
Por Jean Chicana
Servindi, 16 abril 2015.- “El abrazo de la serpiente” narra la aventura de dos científicos extranjeros, quienes al explorar la selva amazónica contactan a una antigua tribu que los ayuda a redescubrir el mundo y su perspectiva de vida. La cinta es una historia de recuerdos, desencuentros, traiciones y lucha.
El argumento inicia con el contacto entre un miembro del pueblo Cohiuano y un investigador occidental. Este le explica que sufre un extraño mal, y para esto busca la ‘yakruna’, un árbol sagrado que se halla oculto en la Amazonía.
Karamatake, último nativo de su etnia, ayudará al científico Evan a recorrer los ríos caudalosos de la selva en busca de la misteriosa planta. El viaje es contado por los recuerdos de sus protagonistas luego de muchos años.
El pasado y el presente se confunden en una historia de deslealtad y tristeza. La calma para Karamatake y su pueblo llegará cuando lo sucedido no sea olvidado, y sus conocimientos ancestrales se transmitan para la posteridad.
El guión está basado en los diarios y apuntes de Theodor Koch-Grünberg, etnólogo alemán, y Richard Evan Schultes, biólogo estadounidense, y se sitúa en el marco de la violencia genocida que marcó a fuego la vida de los pueblos amazónicos durante la época del caucho.
El largometraje muestra a la comunidad indígena en sus tenaces esfuerzos por defender su cultura y sus territorios frente a los abusos. Emplea imágenes en blanco y negro para alcanzar realismo y el matiz de la majestuosidad, así como el respeto y peligro de un bosque amazónico inhóspito y sin alterar.

    Una historia desde la perspectiva nativa

    La fortaleza de ‘El abrazo de la serpiente’, a diferencia de otras películas, radica en que la trama se cuenta desde el punto de vista de los indígenas. Ciro Alfonso Guerra, director del filme, reconoce que en el cine los “exploradores” ya han contado sus experiencias. Pero los nativos, no. Su historia es ésta, afirma.
    “Un pedazo de tierra del tamaño de un continente, que no se ha contado. Que no existe en el cine de nuestra América. Ese Amazonas ya se ha perdido. Pero en el cine, puede volver a existir”, declaró.
    Cristina Gallego, dirigente de la productora Ciudad Lunar, encargada de la realización del largometraje, opina sobre la situación de las comunidades indígenas del Amazonas durante esa etapa de descubrimiento y colonización.
    “Los ojos del mundo están puestos en la Amazonía, por su riqueza natural, pero debajo de todo ese inmenso verde hay conocimiento, ciencia, una visión del mundo que busca el equilibrio.”
    “También hay historias de sangre y dolor que llevaron al exterminio de muchas lenguas, comunidades, culturas, creencias. Tan dura ha sido la historia amazónica para el indígena que la respuesta ha sido el silencio, en el fondo lo que nos interesa de esta película es dar un espacio, una voz a quien no la ha tenido”, manifestó.

    Participación indígena

    “El abrazo de la serpiente” usó para su grabación las locaciones de la selva de Vaupés, San José del Guaviare y Puerto Inírida.
    En los roles principales participaron los actores naturales indígenas Nilbio Torres, de la etnia Cubeo; y Antonio Bolívar, de la etnia Witoto. Asimismo, colaboraron como extras distintas comunidades del Vaupés como cubeos, wananos, huitotos, ocainas y tikunas.
    También participan el belga Jan Bijvoet (Borgman, 2014) y el americano Brionne Davis(Avenged, 2013). Ellos interpretan a los exploradores.
    Este es el tercer trabajo cinematográfico de Guerra, luego de “La sombra del caminante” (2004) y “Los viajes del viento” (2009). Esta última fue seleccionada para el Festival de Cannes de ese año.

    Otras noticias:

    El 14o período de sesiones del Foro Permanente


    Décima cuarta sesión


    El 14o período de sesiones del Foro Permanente

    20 de abril al 1 de mayo de 2015
    Sede de Naciones Unidas en Nueva York

    Sala de la Asamblea General ONU
    Lunes, 20 de mayo 2015, 11am-12.30pm

    Registro

    Domingo, 19 de abril: 12pm a 5pm
    Lunes, 20 de abril a Miércoles 22 de abril: 8.30am a 4pm
    Jueves, 23 de abril y para la duración del Foro: 9am a 4pm

    Por favor note que la mesa de registro estará cerrada cada día de 1pm a 2pm
    El registo en línea esta CERRADO.

    Por favor note que para entrar en la sede de la ONU debe estar previamente registrado y tener en posesión la carta de confirmación. Cada representante deberá imprimir su propia carta y presentarla en la entrada (en la 46 calle y 1 ª Avenida) para entrar en la ONU. Si no ha impreso su carta de confirmación o la olvidó, no se le permitirá entrar en la ONU o tener acceso a la mesa de inscripción.

    Si su organización desea participar en el 14o período de sesiones del Foro Permanente para las Cuestiones Indígenas, por favor:
    Para generar su carta de confirmación click aquí >>>
    Si olvidó su nombre de usuario y contraseña, click aquí>>>
    Registro para Medios de Comunicación

    El registro para el personal de medios de comunicación será atendido por los oficina de Media Accreditation and Liaison Unit.

    Organización de los trabajos del 14o período de sesiones
    AR | EN | ES | FR | RU | ZH

    Programa Provisional del 14o período de sesiones

    1. Elección de la Mesa.
       
    2.  Aprobación del programa y organización de los trabajos.
       
    3. Seguimiento de las recomendaciones del Foro Permanente:
      a) Documento final de la reunión plenaria de alto nivel conocida como Conferencia Mundial sobre los   Pueblos Indígenas;
      b) Agenda para el desarrollo después de 2015; (Nota temática)
      c) Los jóvenes, la autolesión y el suicidio. (Nota temática)
       
    4. Debate de medio día de duración sobre la región del Pacífico.
       
    5. Debate de medio día de duración sobre la reunión del grupo de expertos dedicada al tema: “Diálogo sobre un protocolo facultativo de la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas”. (Informe de la reunión)
       
    6. Diálogo amplio con los organismos y fondos de las Naciones Unidas. (Nota temática)
       
    7. Derechos humanos: (Nota temática)
      a) Aplicación de la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas;
      b) Diálogo con el Relator Especial sobre los derechos de los pueblos indígenas y el Presidente del Mecanismo de Expertos sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas.
       
    8. Labor futura del Foro Permanente, incluidas las cuestiones relacionadas con el Consejo Económico y Social y nuevas cuestiones.
       
    9. Programa provisional del 15º período de sesiones del Foro Permanente.
       
    10. Aprobación del informe del Foro Permanente sobre la labor realizada en su 14º período de sesiones.

    Media Backgrounders/Factsheets

    domingo, 19 de abril de 2015

    El macabro misterio de las mujeres de Río Rojo del Norte

    jueves, 2 de abril de 2015

     Dauna" interpretada por Yordana Medrano 


     Dauna" (niña) interpretada por Francia Torres -



    "Dauna" (adolescente) interpreta Tibisay Torres





    "Dauna" en la tercera edad | Interpreta: Teresa Farrera 




    LO CUATRO ROSTROS DE DAUNA.
    Son cuatro las actrices que han representado a Dauna en la película DAUNA. Lo que lleva el río. "Las cuatro hicieron un excelente trabajo. Francia Torres, Dauna niña, me enterneció con su dulzura e inteligencia para entender el juego de la actuación; Tibisay Torres, por su parte, nos transmitía su capacidad para la emoción en su angustia por llegar a la edad del casamiento; la forma en que comprendió el conflicto de la adolescente que ama pero no desea someterse a ritos ancestrales que la atarían e impedirían desarrollar su sueño de progreso personal; por su parte, Teresa Farrera tuvo a su cargo la Dauna en la tercera edad, la triunfadora, la intelectual formada que recibe un asiento de número en la Academia de la Lengua de Venezuela, que sabe mantener la humildad a pesar de los lauros. Esta faceta del personaje, a pesar de sus breves apariciones, requirió de mucha disciplina y entrega por el fuerte trabajo de maquillaje que llevaba para ser envejecida. Muy comprometida con la película, desde el inicio, Teresa hizo la traducción del guión y también fungió como coach de lenguaje en la preparación del actor Diego Armando Salazar con el idioma warao. Yordana Medrano, lleva el peso mayor del personaje y tuvo a su cargo desarrollar el nudo conflictual del mismo. Actriz con experiencia en el teatro y los micrófonos de la radio, Yordana nos transporta a los conflictos de una mujer que ama y se siente reprimida por las convenciones en su lucha de superación. Una bella actriz de rasgos marcadamente indígenas, que después de permitirnos reflexionar sobre los temas de género, iguales para todas las mujeres y hombres del mundo, emociona al público hasta las lágrimas en muchas escenas." Mario Crespo, director de ‪#‎Dauna‬