Las desiertas tierras de la Alta Guajira de 1933, cuando la influencia del alijuna (no indígena) aún no se había extendido y tomado espacio entre los aborígenes, vieron nacer a Miguel Ángel Jusayú, considerado como el padre del wayunaiki, idioma de la etnia indígena wayuu.
Aunque para esos tiempos no se conocía el calendario, ni el registro civil en los poblados de la Guajira, su cédula de identidad dice que nació el 20 de agosto de 1933, hace 82 años.
Fue en la Ranchería de Yalü’yalü, cerca del mar y al noreste de Nazareth, en la Alta Guajira, donde vio la luz que le permitió por 12 años grabar en su memoria imágenes de su Guajira ancestral, del colorido de las mantas que usan las mujeres, de las características de los animales que pastoreaba, de los jagueyes llenos del agua gracias a Juyá (padre lluvia), quien le da vida a Mma (madre tierra).
Una enfermedad ocular mal curada no le dejó seguir viendo la luz, pero la tradición oral de los indígenas, las ganas de no quedarse en la oscuridad y esa capacidad de ver hacia adentro, fueron herramientas para que Jusayú se convirtiera en uno de los intelectuales indígenas más importantes de América Latina.
Salió de sus suelos guajiros para llegar a Maracaibo donde se dedicó a vender lotería en medio del deseo de dominar el alijunaiki (como él le decía al idioma no indígena), pero sin dejar su lengua materna.
A los 17 años se va a Caracas. Allí logra aprender a leer y escribir castellano en el sistema braille y también cursó hasta el cuarto grado de primaria en el Instituto Venezolano para Ciegos.
Jusayú volvió a la Guajira y a los 23 años se dedica a alfabetizar a niños de la comunidad Wüléuka, al norte de Nazareth y trabajó como maestro en Keeyo’u, en Cojoro y en una capilla en el poblado de Wuluipana, para regresar de nuevo a Maracaibo, donde se activó en la recién fundada Asociación Zuliana de Ciegos.
Culminó su primaria en la Escuela Marcial Hernández para después retomar la calle, pero esta vez con una máquina de escribir, donde rasgueaba telegramas requeridos por personas que transitaban por la Plaza Baralt de la capital zuliana.
Su obra
Tenía 40 años cuando conoció al padre jesuita Jesús Olza Zubiri, profesor de la Universidad Católica Andrés Bello, quien le apoyó en su primera obra Morfología de la lengua Guajira, donde escribió y sistematizó la gramática del wayunaiki y recopiló gran parte de su léxico contemporáneo, donde buscaba reflejar la episteme guajira.
Jusayú, quien en una ocasión refirió que al leer trabajos lingüísticos y literarios de autores alijunas sobre el wayuunaiki encontró tantas exageraciones, que se vio obligado a emprender investigaciones, escribió cuentos en los que recopiló costumbres, creencias, formas de trabajo e infinidad de temas propios de la cultura wayuu, a través de los cuales transmitió la cosmogonía de la etnia aborigen.
Fue profesor de la cátedra Lenguas Indígenas de la Escuela de Letras de la Universidad del Zulia (LUZ) y entre sus obras destacan el Diccionario Sistemático de la Lengua Guajira: guajiro-castellano, Morfología de la Lengua Guajira, Relatos Guajiros I, Relatos Guajiros II, Autobiografía, Gramática de la Lengua Guajira, Método para enseñar a escribir y leer el wayuunaiki, Ni era vaca , ni era caballo. En 2005 fue publicada su última obra Kane” wa o El árbol que daba sed, de la colección Warairarepano de la Editorial Monte Ávila.
La obra Ni era vaca ni era Caballo, fue editada en castellano, sueco, danés y noruego, narra la historia del niño dedicado al pastoreo en los campos desérticos de La Guajira, que se atormenta cuando por primera vez entra el vehículo a la tierra wayuu y creía ver al Yolujá (fantasma) del que tanto le hablaron sus padres.
“Muchos de los mejores trabajos sobre la lengua y cultura guajira no se hubieran podido dar sin la sólida plataforma constituida por la obra de Jusayú”, consideró el padre Olza en La casa cerrada de Aku’woluu, publicada por la Editorial Kurivinda en 2005.
Este insigne indígena wayuu fue Premio Regional de Literatura en 1997 y en 1998; Premio Nacional de Literatura otorgado por el Ministerio del Poder Popular para la Cultura, Doctor Honoris Causa de LUZ y de la Universidad Experimental Rafael María Baralt.
El maestro Miguel Ángel Jusayú partió a Jepirra (lugar de encuentro de los muertos), la madrugada del lunes 8 de junio de 2009, dejando un legado en la defensa de su idioma ancestral, a través de páginas que registran las costumbres ancestrales de sus hermanos de las desérticas tierras de la Guajira.
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