viernes, 7 de noviembre de 2014

Mujeres mensajeras de la Madre Tierra

Irma Luz Poman: “siento la armonía y la energía que me dan los Ajpu sagrados del norte y sur con quienes me he conectado para adquirir de ellos la sabiduría y la inteligencia para curar y poder trasmitir este mensaje…”
Por: Ismael Paredes Paredes, coordinador de Comunicaciones del Festival
Irma Luz Poman es una mujer indígena del Perú, que vino al XI Festival Internacional de Cine y Vídeo de los pueblos indígenas a transmitir un mensaje de paz, de esperanza y de armonía, y consideramos que en esa perspectiva vinieron la mayoría de los 150 invitados nacionales e internacionales. Su vida, sus sueños y vivencias nutren el alma del festival, “me siento orgullosa porque he realizado este vídeo (se refiere al documental, Cura cura con Jasra -hierbas- de la Madre Tierra, una de las 65 producciones que concursan en la 11ª versión del festival más importante del mundo en su género y que por primera vez se realiza en nuestro país) y porque soñé a la Madre Tierra, nuestra Mama Pacha, ella me decía a gritos que por favor llevará este mensaje al mundo de cuidarla, decía que estaba muy enferma… Ella, la Tierra, es nuestra madre y con cuanta bondad nos regocija, cuanto nos da a cambio de nada”, manifestó muy conmovida en la presentación de esta magna obra el pasado 25 de septiembre en la Cinemateca Distrital, una de las más de 10 salas donde se desarrolla el festival.
El documental que refiere la curación con plantas sagradas y cuestiona el uso y el daño de las semillas transgénicas a los pueblos, y resalta el valor y bondades de las semillas nativas, es un llamado a los comunicadores indígenas y no indígenas a multiplicar el mensaje de clamor de la Madre Tierra, “esta es mi misión y forma parte del árbol de la vida, porque las raíces son las sabias, es decir mi madre, mis abuelos y cuantos me enseñan a cuidar mis yerbas naturales; el tallo es este escenario y las ramas son todos ustedes, y en ese sentido la misión que les trasmito es que ustedes son responsables de reproducir este noble mensaje. Debemos pensar cómo actuar porque nuestra madre tierra está en agonía…”, nos dijo a los espectadores del festival.
Con su voz dulce y suplicante la Mama Irma relató cómo en sus sueños veía la Madre Tierra igual que su propia madre (que por cierto es una de las protagonistas del filme), una señora con mucho amor, y como cualquier mamá le brinda cariño a sus hijos, en una mano le brinda agua y en la otra ofrece una variedad de semillas…y desde entonces ella adquirió facultades de soñar y por medio de los sueños cura y realiza producciones audiovisuales.
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Maricela Londoño, comunicadora del festival define a Mama Irma como portadora de la imagen y esperanza para los pueblos
En una grata y amplia conversación con Círculos Audiovisuales, colectivo parte del Comité de Comunicaciones del Festival, la venerable mujer expresó su deseo de llegar al corazón de los distintos gobernantes del mundo y decirles que están equivocados en usar semillas transgénicas para producción agrícola y que con ello propician el exterminio de muchas plantas.
Irma es portadora de un legado de profundos valores sagrados como muchos pueblos, “siento la armonía y la energía que me dan los Ajpu sagrados del norte y los del sur con quienes me he conectado para adquirir de ellos la sabiduría y la inteligencia para curar y poder trasmitir este mensaje…” pero nada ha sido fácil para ella, tampoco imposible, en su caminar por la vida y el mundo, veía la ignominia con que eran tratados sus hermanos indios, lo cual hacía que cada vez más ella se sintiera orgullosa de ser indígena; veía como en Washington, “cuna” de la “civilización” del mundo el odio contra los pueblos indígenas era de tamaño bárbaro, “decían que los pueblos indígenas somos malos y no es así, de lo contrario, la misión nuestra como pueblos es armonizar al mundo entero”, expresa y sonríe.
En su modesta presentación explicó como los modelos actuales de producción alimentaria lo único que buscan es des-fertilizar la tierra con e insecticidas. Y mientras avanza en su crítica a las semillas transgénicas, Irma, retoma su historia de niña como vendedora en los mercados y en las galerías, al final del día debía regresar con sus productos, porque como ella dice, entonces la gente por ignorancia o por terquedad le compraban a grandes comerciantes que si bien exhibían muy bonitas sus mercancías no así significaban un alimento sano.
Sin embargo después de muchos esfuerzos y largos tiempos ha visto que no en vano logró su cometido y cada vez hay más conciencia por la producción y consumo de alimentos sanos, los pueblos han reivindicado sus semillas nativas y la resistencia al uso de semillas transgénicas es cada día mayor. Otro logró de su empeño es que aprendió a hablar con sus semillas, les habla y les escucha sus cuitas. Por ello les dice a las personas que prefieren semillas transgénicas que piensen bien lo que hacen y tomen su ejemplo de gratitud a las semillas que una vez cultivadas con amor y sin contaminantes se convierten en hermosas plantas y excelsos frutos.
Es en este punto del relato cuando Irma cuenta cómo aprendió a hablar con las plantas, “cuando tú siembras semillas nativas las ves germinar y crecer, se siente orgullosa de verlas, y así me siento orgullosa cada vez más de ser indígena porque con la enseñanza sabia de mis mayores, siembro mis plantas medicinales y cuando siembro converso con mis semillas, con mis plantas, voy a mis bosques sagrados a recoger mis yerbas medicinales para curar la gente, pero curo mediante mis sueños y de acuerdo a la enfermedad y temperamento que tengan las personas, hecho este diagnóstico uno sabe si la debe curar con flores, con tallos o con raíces, pero depende del mensaje que recibo en los sueños…”
Irma como muchos de nosotros que nos la jugamos con amor y dedicación para que fuera posible este festival, aprendió el valor de soñar y de recibir la señal de los mensajes, por ello cuando siembra lo hace con alegría para hacer de la vida un mundo más armonioso y comparte sus primeros y últimos frutos con los animales porque comprende que también ellos cumplen una función así sea que causen daño o en algunos casos, como le ha pasado, se coman sus semillas… y es ahí cuando mama Irma descubre su tercer don, en vez de utilizar insecticidas utiliza otras plantas que son guardianes de las semillas… eso hace que cada día ella se enamore de sus plantas nativas y cada vez más se adentre en sus vidas, las ha visto crecer, enamorarse y casarse, aunque jamás les prohíbe que lo hagan, ella sabe que como fruto de ese solazar entre plantas vendrán nuevas semillas…
Ser agricultora y curandera es apenas un fragmento de su historia, la otra parte de su vida está en el cine y en el arte, si bien estudio farmacia y se profesionalizo, al poco tiempo renunció a su carrera por amor y por el arte, como ella mismo explica. Alguna vez su madre y una amiga suya muy querida le dijeron que ella podía a hacer otras cosas, que era muy inteligente y que podía grabar un vídeo. Mucho tiempo habría de pasar para que Irma se convenciera que no era una broma pesada que le estaban fraguando… pero la historia es larga, pasó pruebas y chascos hasta convencerse de su talento artístico y hoy sus videos caminan como ella por el mundo y van de festival en festival como el nuestro que tiene el honor de recibirla. Entre las muchas anécdotas mama Irma recuerda su primera grabación o encuentro con la cámara, a ella le entregaron la cámara prendida y al comenzar a grabar la apagó y al entregar el producto no había ningún material fílmico en la cinta, tuvo que volver a hacerlo y sin embargo su temor crecía, pero se sintió segura cuando su primer producto estuvo terminado y gusto mucho tanto a sus tutoras como al público.
Realizar su primera producción audiovisual se convirtió en todo un acontecimiento y en todo un hito de su espléndida carrera artística. Al igual que en el arte de curar, en el arte fílmico también Irma recibe el mensaje a través de sueños como paso en su primer relato fílmico. Soñó que una de sus montañas sagradas le hablaba, veía como el Ajpu Sagrado de Tapayan, cerro del Valle de Junín le pedía que contará su historia y lo hizo, pero antes perdió 8 horas de grabación, “cuando él, el Ajpu sagrado no quiere que uno grabe, cualquier cosa pasa, se daña la cámara, se daña la cinta o simplemente como mi caso no graba. Ocurrió que esa vez ella preparó los alimentos para llevarle al Ajpu (el sábado que Él la cito) y una vez llegaron, con su madre y amiga, las buenas señales empezaron a manifestarse, su primer encuentro fue con una vicuña, luego en el camino a la cima del Tapayan fueron apareciendo un becerro, el cóndor y el zorro, todos ellos simboles de un éxito pleno. Hasta ahí todo iba bien, pero luego del ritual de armonización y de pedirle el permiso al Ajpu las cosas cambiaron, se desató una tormenta como nunca la hubo allí en la historia del mundo.
Qué falló se preguntó Irma, la respuesta la obtuvo de inmediato cuando vio que otro grupo de caminantes subían al Tapayan, pero se habían olvidado de pedirle permiso al territorio, como es costumbre en las culturas indígenas. Sin embargo en medio del fantasmal aguacero Irma seguía filmando, la sorpresa vino cuando las cintas aparecían usadas pero no había allí ningún material fílmico… Esa vez Irma hubiese querido verse muerta y renunciar para siempre a su nueva faceta de documentalista…. tuvo que regresar luego al Ajpu Tapayan y hacer de nuevo el registro, esta vez se reconcilió con Él. La vida de Mama Irma, una mujer de unos 55 años, como la de muchos -y como se muestra en diferentes obras exhibidas en el festival- está llena de enigmas, de relatos, de mitos, de vivencias cotidianas, de anécdotas, de sueños, de alegrías, de esperanzas, y a compartirnos este mensaje vino del corazón de los Andes Mama Irma. En una muestra de cariño y homenaje a ella  como a los invitados que aceptaron nuestra modesta invitación, como al protagonista principal, el honorable público, hemos escrito este breve, pero fascinante relato…

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